Hay varios elementos que son clave en la oración. Entre ellos, uno, a mi modo de ver el más importante, es la acción de gracias y otro la petición. De hecho, se utilizan los términos de oración de acción de gracias u oración de petición.
En algunos momentos los discípulos y sus seguidores se refieren a Jesús y le piden: Enséñanos a orar, quien puede sentarse a tu derecha, qué puedo hacer para ganar la vida eterna, etc. y hoy le piden que les aumente la fe.
Como a los discípulos, y más en este tiempo que vivimos tan cambiante en los diversos ámbitos de la vida, también a todos nosotros y nosotras, nos surgen dudas. Ante dos situaciones que vivimos, por cual decidirnos, o cómo seguir adelante en el camino.
La duda nos ayuda a experimentar que no poseemos la verdad en nuestras manos, ni que somos el centro del universo. Nadie por sí solo posee la verdad última, y todos necesitamos el apoyo de los demás, y en último lugar de Dios. En cierta manera, la duda nos ayuda a descentrarnos, a dejar de mirar solo a nuestro ombligo y a abrir los ojos a nuestro alrededor, a caminar en comunidad.
Y esto se hace más patente no cuando tenemos que decidir qué cenaré esta noche o que ropa me pondré mañana para ir de fiesta, sino cuando nos hacemos las grandes preguntas de la vida. La duda nos abre al misterio último de la existencia, donde tenemos que caminar con humildad y sinceridad.
Muchas veces creemos que las certezas vacías son lo importante y nos aferramos a ellas, caiga quien caiga. Con los años, nos vamos dando cuenta, que a medida que aprendemos más cosas, se nos abren más interrogantes y dudas.
La duda nos mantiene activos y en búsqueda, nos pone en camino. Nos mueve a tener los ojos y el corazón abiertos para buscar con humildad la voluntad de Dios en nuestra vida. No para buscar certezas vacías, sino la verdad encarnada en lo cotidiano, intentando ver la presencia de Dios en nuestro día a día.
¿Dónde necesito que hoy el Señor aumente mi fe? ¿En qué situaciones? ¿Qué cruces me hacen a veces bloquearme? ¿Dónde necesito crecer en confianza? ¿Qué situaciones estoy recibiendo y no soy capaz de agradecer? ¿Dónde necesito ser visitado por el Señor para que aumente mi fe?
Es en ese espacio donde entra en juego nuestra fe, humildad, confianza y el deseo de encontrar la verdad en un Dios que se hace Camino, Verdad y Vida, como nos dice el Señor. Aquí es donde la petición de los discípulos tiene más sentido: “Auméntanos la fe”.
Conviértenos en peregrinos, en buscadores, porque tenemos dudas y sabemos que sin tu ayuda no podemos. Señor, aumenta nuestra fe.