Quisiera partir de una convicción personal. Me parece que la esperanza es el dinamismo fundamental de todo proceso de reconfiguración en nuestra vida religiosa y de nuestra propia conversión personal y comunitaria. Una esperanza que nos invita a preparar la venida del Señor, la llegada de Dios que quiso poner su casa entre nosotros, una esperanza que nos hace constructores/as del Reino. Una esperanza que nos invita a hacer nuestra la mirada de Dios. En el Evangelio encontramos claramente que el centro del mensaje y de la acción de Jesús fue la construcción del Reino. Este término se repite 122 veces en los Evangelios, de las cuáles 90, en boca de Jesús. Jesús expresó lo que es el Reino en su mensaje programático en la Sinagoga de Nazaret y en la respuesta que posteriormente dio a los discípulos de Juan Bautista (Lc 4,18-19; Mt 11,3-5).
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