La imagen del Buen Pastor es una imagen muy potente para los cristianos. Un rebaño en la antigüedad era como una empresa de las de ahora: un buen negocio.
No sé si hoy en día esa imagen es tan simbólica para nosotros o para las generaciones más jóvenes. No aparece en los anuncios de la televisión, y cuando aparece muchas veces es para ridiculizar el campo, y el mundo rural. Las pocas ofertas de empleo para pastores son copadas prácticamente por personas migrantes, porque nosotros lo percibimos como un trabajo muy duro y que reporta poco beneficio.
¿Qué nos quiere decir hoy el Señor al identificarse con el Buen Pastor?
Os invito a escuchar la canción «Buen Pastor» del buen amigo Cristóbal Fones, SJ y a seguir esta reflexión.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
El Señor está a mi lado y me cuida, ¿Qué me puede faltar? El me conoce y sabe cómo soy, me lleva a lugares tranquilos, donde encuentro sentido a mi vida y que me ayuda a crecer. Cuida de mí, me sana, y repara mis fuerzas. ¿Qué me puede faltar?
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
El Señor me guía y va conmigo ¿Qué puedo temer? A su lado encuentro el camino, la verdad y la vida. Aunque esté pasando un mal momento y parezca que nada tiene solución, el Señor nunca me deja solo. Sus muestras de cuidado y de afecto me dan paz. ¿Qué puedo temer?
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
El Señor celebra la vida y me invita a sentarme a la mesa con él. No escatima en nada, ni comida, ni bebida, ni todo la demás. En la mesa del Reino se vive la alegría y la fiesta; una mesa larga, donde todos tienen su lugar, incluso mis enemigos. Una mesa donde todos podemos sentarnos juntos y hay tanta abundancia que a nadie le falta, no hay miedo de que alguien llegue a última hora.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
El Señor me conoce y me quiere como soy. Confía siempre en mí, aunque a veces sea un desastre. No me quiere porque sea bueno, sino porque a través de su amor y misericordia me sostiene en su palma y en su corazón. Su misericordia y perdón me acompañarán siempre, nunca me faltará un hogar en la casa del Señor.
El Señor es el buen pastor que está a mi lado y cuida de mí. Me guía por el buen camino y nunca me deja solo, especialmente en los momentos más difíciles. El Señor me invita a formar parte de la mesa del Reino, para celebrar y vestirnos de fiesta. El Señor me mira con misericordia y siempre tendrá una habitación reservada para mí, en su casa.
¿Quiénes han sido o son buenos pastores?
Si miro mi vida, ¿Quiénes han sido o son buenos pastores? ¿Mis padres, algunos profesores, amigos y amigas, sacerdotes,…?
Tómate un tiempo para hacer memoria agradecida de ellos. Recuerda las veces que estuvieron a tu lado, pese a tus miedos o cuando ni tú mismo creías en ti. Las veces que confiaron en ti, pese a tus meteduras de pata o cuando estabas perdido. Cuanto que agradecer.
Llamados a ser buenos pastores y pastoras para los demás
Hoy somos llamados cada uno y cada una de nosotras a ser buenos pastores y pastoras para los demás.
Somos llamados…
A conocer, a oler a oveja, a mirar a los ojos.
A ser misericordiosos, a ser puerta abierta.
A acompañar y guiar, a caminar al lado, aunque las situaciones se pongan feas.
A celebrar, a ser generosos y crear comunidad y familia.
y ante todo A confiar, a esperar de los demás, a no dejar a nadie fuera.
Ojalá que no seamos sordos a la llamada del Buen Pastor.