Jesús se presenta junto a su madre en una boda. (Jn. 2, 1-11)
En nuestro idioma hay un refrán que dice: “Obras son amores y no buenas razones”.
Jesús comienza su vida pública en una fiesta, dando testimonio. No dando un discurso, sino obrando, con un signo que lo cambia todo.
En tiempos de Jesús y en nuestros contextos la boda es la fiesta por antonomasia. Donde se junta la familia, se hace participe a la comunidad de amigos. En la boda nos sentamos a la mesa, comemos y bebemos. Por eso el vino es el símbolo de la celebración. ¿Qué ocurre cuando nos falta?
Se nos dice que “sus discípulos creyeron en él”. Como a los de Emaús y a tantas personas que se encuentran con Jesús en la Biblia, se les abrieron los ojos y creyeron en él. Vieron cómo lo que Jesús obró en la boda, es lo mismo que ocurre en la Eucaristía. Jesús transforma lo insípido, y lo convierte en sabor y fiesta.
¿Qué vino te hace falta hoy a ti? ¿Y a nuestro mundo?