Gracias

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¿Qué es lo primero que aprende a decir un niño cuando recibe un regalo?

-¿Cómo se dice? – Gracias.

Yo aprendí de pequeño un refrán que lo oí muchas veces en casa y que reconoce una gran verdad: “Es de bien nacidos, el ser agradecidos.”

Esa es la experiencia que hoy se nos narra en el Evangelio y de la que Jesús nos quiere mostrar una enseñanza a cada uno y cada una de nosotras.

El evangelio nos presenta a un grupo de personas que estaban fuera de la ciudad, en el camino. En los tiempos de Jesús la enfermedad tenía que ver con una ofensa a Dios, por lo que uno no podía convivir con los demás, y tenia que situarse en las periferias, vivía la exclusión social, que decimos en nuestros días.

Además, en la época de Jesús lo tenían muy claro. El pecado había traído la enfermedad y la muerte. Así que si estabas enfermo es porque en algo habías ofendido a Dios.

Asimismo, estaban convencidos de que la salvación de Dios es para el pueblo de la alianza, el pueblo elegido. No para los extranjeros o migrantes.

Pues en este contexto, es en el cual llega la curación, la salvación a este grupo. Por su fe reciben la curación de la lepra. Los que estaban enfermos, los que estaban excluidos, reciben la salvación.

Pero no acaba ahí la cosa. De las diez personas, solo una vuelve para darle gracias a Jesús. Esa persona es extranjera, es migrante, aquella persona que no podía recibir la salvación es el único que se vuelve para dar gracias.

Como los nueve que regresan sin dar gracias, nosotros en ocasiones vivimos el regalo, la curación, como algo que creemos merecer, que nos hemos ganado por el esfuerzo,… o simplemente vivimos quejosos, sin dar cabida al agradecimiento, aunque lo tenemos todo.

¿Qué hizo a esa persona volver y dar gracias a Jesús? Podríamos decir que el máximo de la gratuidad, y lo que la define en lo más profundo es dar gracias por algo que uno no merece. Cuando recibimos algo que nos sobrepasa, lo que nos surge es querer devolver o comunicar con ilusión esa alegría.

Mi experiencia tanto personal y como con los más cercanos corrobora esta vivencia. Las personas agradecidas son humildes, se alegran de los demás, sienten que lo que tienen no es algo que esconder en una caja fuerte, sino un don para compartir con los demás.

Os invito a recordad una situación que os haya pasado y en la que sin merecerlo hayáis recibido algo tan extraordinario a cambio, que lo primero que ha salido de vuestra boca es GRACIAS, MUCHAS GRACIAS.

A mi me viene a la memoria cuando en el noviciado hicimos una experiencia que llamamos de peregrinación. En nuestro caso, íbamos peregrinando a Santiago de Compostela desde Oviedo, por caminos que no eran propios de peregrinos, sin dinero y sin identificarnos como novicios. Solo íbamos pidiendo comida a cambio de trabajar en el campo o donde nos dijeran.

En una ocasión, ya había caído la noche y llegamos a un pueblo de montaña. Ese día estaba lloviendo y hacia mucho frío. Comenzamos a llamar a algunas casas, pero no nos abrían, hasta que una entreabrió la puerta y nos preguntó quienes éramos. Dos catequistas de una parroquia de Valladolid que íbamos como peregrinos a Santiago. Cerró la puerta de nuevo y allí estábamos esperando debajo de la lluvia.

Al momento, el matrimonio nos abrió la puerta y nos invitó a pasar y cenar. Ellos habían cenado, pero la señora se puso el mandil (delantal que le dicen en otros lados) y nos hizo una cena que nos supo a gloria. La cena fue para nosotros un banquete y aquella familia, como si Dios mismo nos hubiera acogido en su casa. Entre tanto las dos hijas adolescentes habían desalojado su habitación y nos habían hecho de nuevo sus camas. Allí dormimos aquella noche y por la mañana, después de un buen desayuno emprendimos la marcha.

Hace pocas semanas celebraba 25 años como jesuita, con la entrada en el noviciado, y todavía cuando nos juntamos los compañeros, esta experiencia seguía muy presente en nuestra vida. Tanto por lo que dar gracias.

La oración de acción de gracias nace precisamente de sentir que todo lo que tenemos es un regalo, un don, que estamos vivos, porque alguien nos ha querido antes incluso que nosotros aprendiéramos a pensar, aprendiéramos a amar o a desear. ¿Quién iba a pensar que en un pueblo perdido de los montes asturianos alguien nos iba a dar semejante regalo?

Por eso damos gracias. Y es que lo que nos define realmente como cristianos es la experiencia de dar gracias. ¿Sabéis que nombre tiene uno de los ejes centrales de todo cristiano, la eucaristía? ¿Sabéis lo que significa Eucaristía? ACCIÓN DE GRACIAS.

 

GRACIAS…

Porque abres mis ojos para verte en lo cotidiano, en lo pequeño.

Porque me desbordas en cada esquina y pones en mi boca la palabra gracias

Por las veces que siento tu presencia… GRACIAS.

Por las veces que vivo una noche oscura… GRACIAS.

Por las veces que siento tu perdón… GRACIAS.

Por las veces que te veo en el rostro de mi hermano… GRACIAS

 

GRACIAS…

Por un nuevo día,

por el alimento que me nutre y el techo que me cobija,

por el estudio que me ayuda a crecer y por la catequesis que me acerca a ti,

por el trabajo que me desarrolla como persona y también por el descanso,

por mi familia y por mis amigos.

 

Con el sol y con la luna… TE DOY GRACIAS, SEÑOR.

Con las flores del campo y todas las criaturas… TE DOY GRACIAS, SEÑOR

Con los pequeños de la tierra… TE DOY GRACIAS, SEÑOR.

 

En las alegrías… GRACIAS.

En las penas… GRACIAS.

En la luz… GRACIAS

En la duda… GRACIAS.

En los logros… GRACIAS

En el miedo… GRACIAS.

En las conquistas… GRACIAS.

En la depresión… GRACIAS.

En el triunfo… GRACIAS.

En el fracaso… GRACIAS.

SIEMPRE GRACIAS.

 

Domingo 28º del Tiempo Ordinario – Ciclo C – Lucas (17,11-19)