domingo, 28 abril, 2024

Resucitar es ahora

Dentro de apenas unas horas, a partir del momento en que escribo estas palabras, celebraremos la gran fiesta anual de los cristianos. Es lamentable que en no pocas parroquias y hasta catedrales, se anticipe al atardecer del sábado santo la conmemoración solemne de un acontecimiento que ocurrió «al tercer día», y «no al segundo». En cualquier caso, esta noche es Pascua florida de Resurrección, el evento y la celebración que dan sentido a nuestra fe, recordando a san Pablo.

Pero la resurrección, como tantos otros «misterios» y «verdades» de nuestra fe, está precisando con urgencia, un planteamiento teológico nuevo que la haga «asequible y creible» a cristianos y no cristianos. Hay que «repensar la resurrección», como nos invita Queiruga. Y, entre otras muchas cosas, la resurrección no es «algo» solamente para después de la muerte. El innegable y significativo sentido escatológico del evento pascual de Cristo en su prolongación a nosotros: «si con Él vivimos, viviremos con Él», supone creer que, -además- resucitar no es sólo para después de la muerte, sino también es «para ahora». Mucho debemos a la extraordinaria escatología de aquel gran teólogo y cristiano que fue J.L. Ruiz de la Peña.

Si la resurrección se les hace a muchos «una montaña cuesta arriba», difícil de creer de verdad, es, sobre todo, por haberla reducido durante siglos a «algo para después de la muerte». Nos quedaba, nos queda tal vez, demasido lejana, demasiado fuera de nuestro alcance, demasiado poco significativa. Más aún cuando los llamados «novísimos» nos presagiaban una resurrección consistente en algo así como una puerta que nos abría a una visión beatífica eterna, una contemplación sine die de la majestad y grandeza de Dios. Muchos, así era y así puede ser todavía, sentían escalofríos ante una «eternidad» que consideraban aburrida e inaguantable, como único «premio» después de vivir cristianamente «en este valle de lágrimas».

Afortunadamente esa renovación teológica de la Pascua de resurrección, que va haciéndose poco a poco, nos sitúa en un proceso de constante resurrección «desde ya». Creer esta noche y siempre en el Cristo resucitado por Dios es creer en la vida, es apostar por la justicia, por la libertad, por el amor, por un mundo mejor. Creer la resurrección nos reta a un profundo, atrevido y comprometedor acto de fe en la esperanza, en la utopía, y sobre todo, en la Promesa del Jesús resucitado ¡El Jesús de la Historia que es glorificado por el Padre, «para nunca más morir»!  Celebrar esta noche la solemne Vigilia pascual es tensionar nuestra fe y dar ese salto en el vacío más allá de las evidencias y las inmanencias; es jugárselo todo creyendo la Palabra del Señor de la Historia, conscientes de que «sólo el amor es digno de fe». Esta noche, ante el cirio nuevo de cera virgen, seremos impelidos, nuevamente, a la fe en la vida a pesar de tanta muerte y tanta injusticia. La cruz reverdece, el leño se torna fértil, la luz le puede a las tinieblas y el manantial de agua vivia limpia todas las excrecencias del Mal vencido para siempre en la madrugada de Pascua. Felicitémonos todos porque Dios nos regala la fe, «a pesar de todo».

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1 COMENTARIO

  1. Jesus resucita, el Jesús del Calvario camina a nuestro lado. ¡Cuánta razón tienes Chus cuando dices que necesitamos revivir de nuevo la RESURRECCIÓN como algo más cercano, y vivir la en lo cotidiano. Cada amanecer, cada vez que «levantamos dle polvo al desvalido» y gritamos las verdades, cada vez que acogemos y abrimos nuestro corazón y nos desnudamos a la ESPERANZA, y nos arriesgamos…¡RESUCITAMOS! Necesitamos resucitar y por eso que no nos dé miedo decir a todas y todos los que nos rodean ¡FELIZ PASCUA!, QUE SEPAMOS TRANSMITIR LA ALEGRÍA del RESUCITADO pero desde el dolor del Viernes Santo. FELICIDADES A TODAS Y TODOS LOS QUE COMO TÚ ARRIESGAN SU FE EN ESTE GRITO que hace renacer al pobre, al enfermo, al triste, al solitario, al desnudo, al encarcelado, al emigrante, al parado, al marginado…¡CRISTO HA RESUCITADO!

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