OYENTES Y SERVIDORES DE LA PALABRA DE DIOS (I)

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“Que se cumpla en mí tu Palabra” (Lc 1,38).

Otra de las actitudes fundamentales de los discípulos es la de ser oyentes y servidores de la Palabra. No solo como mera lectura personal sino como fuente de vida para la comunidad y fuerza transformadora en la misión. Frente a tentaciones de ensimismamiento espiritual, de vuelta a los cuarteles de invierno porque fuera está lo inhóspito, la Palabra nos saca de nosotros mismos y nos envía (comunitaria y personalmente) hacia la realidad en la que vivimos y de la que formamos parte. Sin la Palabra no tendríamos posibilidad de lectura creyente de lo que nos rodea y nos quedaríamos encerrados en los soliloquios y las preocupaciones de grupos más o menos numerosos. Hay muchas maneras de acercarse a la Palabra, aquí proponemos una de ellas que puede ser fuente de vida y de cuidado, algo muy necesario para todas nuestras sociedades estén donde estén.

Fragilidad como clave de lectura de la Palabra y la Vida

Una mirada nueva

Se dice que la dimensión humana de una sociedad se mide por la manera en la que trata a sus miembros más frágiles. No rige la ley del más fuerte, de la supervivencia del más adaptado. Somos una especie digna de reconocimiento en esta faceta, aunque todavía nos queda mucho por hacer.

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