José Luis Redrado, Hermano de san Juan de Dios
«Hay que descalzarse ante el sufrimiento y el dolor»
Carlos González García
Periodista y escritor
A veces, esperamos coherencia de quien sufre, y lo que necesita no son razones, sino abrazos. Ahí, donde la delicadeza lo inunda todo, en ese refugio cincelado entre cuidados mudos y silencios habitados, late el corazón de José Luis Redrado: primer obispo hermano de san Juan de Dios. Su mirada, acostumbrada a contemplar en el enfermo la tierra más sagrada de Cristo, se arrodilla ante él para besarle los pies, curar sus llagas y acariciarle, una a una, todas sus heridas
«¿Sabes, hijo? Acariciar aquí la carne de Cristo no es fácil, porque externamente está destrozada y es poco bella. Pero todo merece la pena por amor». Me lo dice entre susurros, como si no quisiera dañar ni uno solo de los latidos del silencio. Es su manera de cuidar. Quizá porque sabe que cualquier expresión sobra en presencia de la Belleza, de ese Cristo roto que acaba de abrazar en la habitación del hermano más mayor de la residencia donde vive y ejerce como capellán.
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