SANTIAGO AGRELO, OFM
Mientras iban de camino, vino uno que le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas (Lc 9,57).
Si te fijas en los verbos que utiliza el evangelista, ves que todos son verbos de movimiento: “ir”, “venir”, “seguir”…
«De camino» y «seguir a Jesús» son expresiones consideradas idóneas para describir un rasgo fundamental de nuestra condición: Como creyentes, como consagrados, somos gentes en camino y vamos siguiendo a Jesús.
CRISTO JESÚS: CAMINO Y DESTINO
Es como si Jesús estuviese desarraigado, como si fuese hombre de ninguna parte y de todas partes. De ahí que, si alguien quiere seguirlo, haya de desarraigarse, liberarse de peso y echarse con Jesús a los caminos:
Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme (Mt 19,22).
Y ese desarraigo y seguimiento, que son norma de vida cristiana, han de ser considerados regla suprema de la vida religiosa:
Como la norma definitiva de la vida religiosa es el seguimiento de Cristo tal cual lo propone el Evangelio, todos los Institutos han de considerar esto como su regla suprema.
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