La amistad, una opción por el amor

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Hoy las lecturas se enmarcan en un lenguaje apocalíptico, que aparece en tiempos de crisis y persecución, y que expresan, por medio de símbolos y complejas metáforas, la situación de sufrimiento del pueblo judío.

Para que nos podamos poner en contexto, os invito a que os imaginéis una escena de las películas “Las Crónicas de Narnia” o “El Señor de los Anillos”, en las batallas entre el bien y el mal.

El lenguaje apocalíptico nos presenta un mundo roto y al filo de la destrucción, pero en las lecturas se nos dice que no todo está perdido. Cuando el mal parece triunfar, brilla con más fuerza la luz de la esperanza. Ése es el mensaje de la primera lectura, donde se describe el tiempo final, y ya no servirán más las escusas, pues todo se verá con claridad. Como en las películas que os comentaba, el conflicto con las fuerzas del mal se convertirá en lucha abierta, y el pueblo de Dios se sentirá protegido a través del arcángel san Miguel. Se vivirá un tiempo de gran angustia, y a la vez de salvación para quienes hayan puesto su confianza en Dios.

El Señor conoce a los suyos uno a uno, porque los ama, porque sus nombres están escritos en su corazón. Nunca podrá olvidarlos. Se anticipa la resurrección universal en la que cada uno recibirá su destino eterno. Esto es lo que describe el profeta Daniel. Y termina así: Las personas que enseñaron a muchas a andar por el buen camino, brillarán para siempre como las estrellas del cielo.

En el Evangelio de Marcos Jesús dice a sus discípulos algo similar: “Cuando haya pasado ese tiempo de sufrimiento, el sol se oscurecerá; la luna dejará de brillar. Las estrellas se caerán, y temblarán los poderes del cielo. Entonces me verán a mí, al Hijo del hombre, venir en las nubes del cielo con mucho poder y gloria. Y enviaré por todo el mundo a mis ángeles, para que reúnan a mis seguidores. Aprended de la higuera. Cuando le salen tallos y hojas nuevas, se sabe que ya se acerca el verano. Del mismo modo, cuando veáis que todo está pasando como os he dicho, sabed que pronto vendré de nuevo. Os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras permanecerán para siempre. Nadie sabe el día ni la hora en que yo vendré; no lo saben ni siquiera los ángeles del cielo. Es más, ni yo lo sé. Mi Padre es el único que lo sabe.”

¿Cómo podré estar preparado para recibir a Jesús? ¿Estarán llegando pronto estos días, porque el mundo veo yo que anda regular? ¿Cómo podré prepararme mejor? ¿Se acordará Jesús de mi cuando llegue?

Nosotros sabemos porque nos lo dice la Biblia que “El Señor conoce a los suyos uno a uno, porque los ama, porque sus nombres están escritos en su corazón”.

¿Pero como prepararnos bien?
La primera lectura nos indica que para el que ande por el buen camino y lo enseñe a otros, brillará para siempre como las estrellas por toda la eternidad.

El Sínodo que acaba de concluir nos impulsa a caminar juntos por el buen camino, a vivir en comunidad, donde todos tengamos nuestro lugar, donde nadie se sienta excluido; cada cual según su vocación y carisma pueda sumar.

Una clave para estar preparados en este mundo fragmentado y a veces tan individualista, nos la da el Papa Francisco en una de sus últimas encíclicas: Fratelli Tutti, donde se nos propone la amistad para ayudar a devolverle la salud a un mundo roto y sangrante.

Yo hoy me pregunto, Alberto, ¿Cuidas la amistad? ¿Cuidas tu amistad con Dios? ¿Y con tus amigos? ¿Cuánto tiempo le dedicas a tender puentes, a llevar una palabra de consuelo al que lo necesita? ¿Te animas junto a otros a caminar por el buen camino?

Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro y es una gran verdad. A medida que uno va cumpliendo años se da cuenta que la amistad y cuidar a los amigos es una opción. Uno en la vida opta por amar, por estrechar los lazos de amistad. Uno puede optar y priorizar el ganar todo el dinero posible, o subir en la empresa al primer puesto, o qué-se-yo. Y no digo yo que no es bueno vivir dignamente y tener recursos con los que apoyar al que peor lo pasa, o utilizar el poder para servir a los demás. No me refiero a eso. Me refiero que el centro de nuestra vida es amar, es alimentar la amistad, y todo lo demás son medios que nos ayudan a amar más.

Ojalá que el Señor nos encuentre amando, alimentando la amistad, caminando por el buen camino e invitado a que otros se sumen, así brillaremos para siempre como las estrellas del cielo.

Les comparto una poesía que he escrito sobre la amistad.

LA AMISTAD
La amistad es una opción por el amor.

Soy tu amigo y no tengo las respuestas a tus dudas o angustias,
pero juntos podemos compartirlas, confiar y permanecer unidos.

Soy tu amigo y disfruto a tu lado sin decir palabra,
caminando en silencio, batallando la vida.

Soy tu amigo y me encanta mirarte a los ojos,
y que sientas que siempre me tendrás cerca cuando me necesites.

Soy tu amigo y me quedo sin respiración, con un profundo agradecimiento,
cuando me llevas de la mano y visitamos tu sancta sanctorum.

Soy tu amigo y sueño con darte un abrazo
de esos que nos renuevan por dentro y nos devuelven al camino.

Soy tu amigo y te agradezco que me desnudes con tu mirada,
endereces mis pasos y me hables de verdad y de justicia.

Soy tu amigo y tengo heridas
pero a tu lado me escuecen menos.

Soy tu amigo y a veces sigues siendo un misterio,
que me hace recordar que la vida siempre nos sorprende,
si somos capaces de tener los ojos y el corazón abiertos.

Soy tu amigo y un día opté por amar.
Lo aprendí de Otro que primero optó por mí.

Soy tu amigo y estaré en tu corazón siempre,
no por mis fuerzas, sino por la fuente de todo amor que me desborda,
y estoy convencido de que siempre me mantendrá a tu lado.

Alberto Ares