Costumbres, tradiciones, sábados y otras adicciones

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Recordemos la escena de Mc 2,23-27: Jesús y sus discípulos atraviesan unos sembrados en sábado, arrancan espigas, las frotan y se las comen; a los fariseos les parece mal y les acusan ante Jesús: “Mira lo que hacen en sábado: algo prohibido”. Sin embargo, la reacción de Jesús es virulenta: se remonta nada menos que a los tiempos de David y el sumo sacerdote Abiatar y les recuerda lo que hizo el rey: tenía hambre, entró en el templo y se atrevió a tomar, comer y repartir entre los suyos unos panes superprohibidísimos que estaban sobre el altar y que solo podían tocar y comer los sacerdotes. Y después de soltar esta parrafada solemne para “sentar jurisprudencia”, pronuncia una sentencia categórica y sin derecho a réplica: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. El Hijo del hombre es Señor del sábado”.

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