Aunque parezca más una consecuencia del automatismo social que una decisión vital, esta temporada nos obliga a enfrentarnos al verbo «volver a empezar». Es un verbo exigente, con un espesor que no se puede descifrar inmediatamente, pero también es rico en posibilidades. El verano era todo eso: itinerancia, salida, interrupción, intervalo, intersección, distanciamiento, pausa, diferentes espacios interiores y exteriores. El otoño, a su vez, conjura los retornos. Volvemos a los campos habituales, a los ritmos normales, a la urgencia de las agendas. Volvemos a la vida del otro y a la forma habitual que adopta la nuestra. Y volvemos entonados con lo que el verano nos ha permitido, pudiendo invertir ahora una esperanza operativa, y sintiéndonos arrastrados contra nuestra voluntad, sin la energía vital que nos gustaría, como si en lugar de un retorno sintiéramos que estamos experimentando una regresión. Lo cierto es que a lo largo de nuestra vida llegamos al verbo «volver a empezar» en estados muy diferentes y por caminos muy distintos. Sin embargo, todos ellos tienen algo que enseñarnos.
This content is locked
Login To Unlock The Content!