Sofía Quintáns, franciscana misionera de la Madre del Divino Pastor
«Soy fruto de un ‘nosotros’ que cada vez es mayor…»
Luis A. Gonzalo Díez, cmf
Director de VR
Es el paradigma de la vida consagrada de nuestro tiempo. Desplazada, en la frontera, intercultural, interdisciplinar, sencilla y directa… Ha pasado por distintos lugares desde que dejara su Vilagarcía de Arousa natal: Vigo, Santiago de Compostela, Madrid, Arauca (Venezuela), Salamanca, Angola y, ahora, Brasil. Ha aprendido –nos dice– «a dejarse tocar diariamente por el cuerpo de Cristo impotente y roto de mi hermana y mi hermano…».
Tu misión actual se centra al servicio de los migrantes y refugiados. Descríbenos cómo está la situación.
Las primeras hermanas que formamos la comunidad de Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor llegamos a la ciudad de Boa Vista, en el estado de Roraima, situado en el extremo norte de Brasil, frontera con Venezuela y la Guayana Inglesa en el año 2019. Desde el 2018 se produjo un éxodo sin precedentes de venezolanos saliendo de su tierra a pie, atravesando la Gran Sabana venezolana para entrar por esa frontera en Brasil. Una situación que no ha parado ni en el tiempo de Covid cuando se cerraron las fronteras. Se ha convertido en emergencia humanitaria, casi desconocida, como tantas otras en nuestro mundo, en la que llegan al día más de 1.000 personas. En cada oleada migratoria son cada vez más extremas las condiciones en las que las personas llegan. Con hambre, desnutridas, enfermas crónicas y terminales…familias separadas, mujeres embarazadas y solas con muchos hijos, ancianitos, adolescentes separados y desacompañados… muchos niños y niñas. Salen también cientos de indígenas de las distintas etnias de Venezuela, dejando su tan amada tierra y forma de vida. Todos con una carga de dolor por el desarraigo forzado y a la vez esperanza que en ocasiones se apaga por el sufrimiento del anonimato en la nueva tierra.
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