Sacramentos del amor de Dios

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Amarás –me dice la fe-, porque Dios es amor, y tú eres imagen y semejanza de Dios.

Amarás –me dice la fe-, porque Dios es amor, y tú eres hijo de Dios, hijo del amor que es Dios.

Amarás –me dice la fe-, porque Dios es amor, y tú has sido ungido con su Espíritu, para que tengas un aire con Dios, para que te parezcas a él, para que seas como él.

Canta y aprende, Iglesia llamada a ser sacramento del amor de Dios, canta y aprende lo que has de imitar: “Él perdona tus culpas… cura tus enfermedades… rescata tu vida… te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia”.

Y si ahora, Iglesia cuerpo del amor que es Dios, preguntas con quién hemos de ser compasivos y misericordiosos, con quién hemos de ser lentos a la ira y ricos en clemencia, a quiénes hemos de amar, siéntate como discípula y aprende a los pies de Jesús la ley del mundo nuevo: “No hagáis frente al que os agravia… Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen”.

Amarás, amaremos, porque el amor, que es Dios, es nuestra forma de ser, ese amor nos hace de todos, nos acerca a todos, nos hace prójimos de todos.

Ese amor, al hacernos de todos, nos hace de Dios.

Ese amor, que nos deja a los pies de todos, nos deja guardados en el corazón de Dios.

Amarás, amaremos, hasta hacernos tan humanos que resplandezca en nosotros la imagen y semejanza de Dios.

Amarás, amaremos… perdonarás, curarás, rescatarás, regalarás gracia y ternura, hasta que se trasparente en ti el espíritu de Cristo Jesús, hasta que todos puedan ver en ti la imagen de Cristo Jesús.

Lo digo de la Iglesia; lo digo de cada unos de sus hijos: Hoy escucharás el mandato del amor, hoy comulgarás con el amor de Dios revelado en Cristo Jesús, hoy sabrás que tu vocación es Cristo Jesús y que has de ser para todos sacramento de su amor.