Después de las tres preguntas sobre el amor de Jesús a Pedro. Después de los tres encargos de cuidar a los otros que el Resucitado le confía, viene la parte menos esperada o deseada: “otro te ceñirá y te llevará a dónde no quieras”
Cuando a uno lo llevan puede ser por imposición, obligación, generosidad o impotencia.
Ya no eliges, te dejas. Es el abandono que nos cuesta porque lo que se llama “libertad de construirse a uno mismo” a veces esconde esclavitudes de una imagen propia que no es nuestra. De un aparentar que es fachada derruida.
Cuando te llevan en positivo es un acto de confianza y de autonomía porque decides, incluso a tu pesar, aceptar la fragilidad de de la importancia y te dejas. Descubres que otra manos te cuidan generosamente, que no todo es guiar y sí seguir, que no eres maestro sino discípulo. Que Dios también ha elegido este camino de dejarse desde la encarnación.
Quizás no sea una decisión primera pero es una aceptación imprescindible que exige decir sí, aunque sea susurrando.