No solo ayudar, sino convivir

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Ignacio Virgillito

Oficina de comunicación de la prov. claretiana de santiago

Las hermanas AMICO son una gota de agua en el ancho mar de la solidaridad. Representan a esa vida consagrada que no suele aparecer en los medios de comunicación y a veces tampoco en los grandes encuentros eclesiales. Su presencia discreta entre los excluidos de esta sociedad del bienestar constituye una de esas parábolas vivientes que permiten intuir en qué consiste el Reino de Dios, el sueño por el que Jesús dio su vida.

 

En la calle Antonio González Porras de Madrid hay una casa de ladrillo rojo con puertas y ventanas de forja pintadas de blanco. Por fuera, parece una vivienda normal de tres pisos. Nadie diría que en esa casa vive una comunidad muy especial. No hay ningún signo externo que indique que allí se encuentra la “Casa de Acogida San Agustín y Santa Mónica”. El inmueble pertenece a los Misioneros Claretianos, pero en la actualidad está alquilado a un precio simbólico a Cáritas Madrid para sede de un proyecto social cuyo objetivo es ofrecer a personas en situación de exclusión un espacio residencial con un clima familiar y de acogida. Y también un acompañamiento que les permita sentirse valoradas, desarrollar su autonomía personal y mejorar su integración social.

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