Almudena Vilariño. Abadesa de las Benedictinas de San Paio de Antealtares
Cuidar, a la manera de Jesús, sustenta el peso de cualquier dolor. Máxime en el corazón de un monasterio donde el silencio de un Dios enamorado habita y consuela cualquier herida. Así lo vive, cada día, sor Almudena, desde el cuidado, la escucha y la oración. Libre, con una sonrisa que lo ilumina todo, sin rejas ni condenas, dejándose esculpir por la mirada de Aquel que atrae por entero su alma para hacerla inmensamente feliz
Carlos González García
Periodista y escritor
«A todos los huéspedes que se presenten en el monasterio ha de acogérseles como a Cristo, porque Él lo dirá un día: “Era peregrino, y me hospedasteis” (Mt 25,35)», reza una de las citas de la Regla de san Benito. Y ahí permanece ese mandamiento de amor, latiendo a fuego lento, enmarcado en cada plegaria que modela el Monasterio de las Madres Benedictinas de San Paio de Antealtares (Santiago de Compostela).
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