MIRADA CON LUPA DE ABRIL

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Iván Levytskyy, CSsR: «En la revolución, brotan los valores de la comunidad»

Iván Levytskyy es un religioso redentorista ucraniano que nació hace 37 años en la ciudad de Borysláv. Nunca pensó salir en las páginas de Vida Religiosa. Hasta hace unos meses, su vida transcurría en la normalidad de acompañar a sus compatriotas que buscan futuro en la ciudad de Barcelona. Cuando le avisan de la enfermedad y muerte de su padre vuelve a Ucrania. Se encuentra con un clima helado de 25º bajo cero que contrasta con el fuego de la revolución, agresión y ruptura de su país. En medio de la desolación, la vida religiosa, dando un testimonio de presencia, “tienda de campaña” y esperanza entre la confusión y muerte.

Una situación difícil de describir ¿Podemos hablar de revolución?

Si. Y además de consecuencias todavía impredecibles. Cuando respondo a estas cuestiones Rusia, está a punto de anexionar una región de mi país. Crimea. Puedo decir que Ucrania vive una gran prueba. Creo que todo el mundo lo sabe, de fondo está o un acercamiento a Europa o un desplazamiento hacia Rusia.

Cuando el ya ex-presidente se negó a firmar el acuerdo con la CEE y por contra a estrechar los lazos con Rusia, una buena parte del pueblo percibe el engaño y llegan a sentir el peso de la traición. Esto fue lo que despertó las primeras protestas en la calle, sobre todo, por parte de los jóvenes universitarios a los que se uniría gran parte de la población. Así es como se inició lo que se ha denominado la “revolución”.

¿Cómo vive un religioso ucraniano la situación de su país desde la distancia?

Ciertamente las cosas no se viven igual de lejos que de cerca. La distancia de mi país y de mi familia, me llevó a experimentar en un momento que ya no podía seguir tranquilamente viendo las noticias de los telediarios. No podía dejar de pensar en los ucranianos que estaban luchando por la verdad, por una vida mejor y, sobre todo, me hacían sentir impotente las noticias sobre los heridos, cada vez más numerosos, e incluso las personas asesinadas bajo el amparo del propio gobierno. Necesitaba profundamente estar con la gente en las manifestaciones, apoyarles, sentir el intenso frío junto a ellos… pero tenía que permanecer aquí en España.

Al final, sin pretenderlo, volvió a Ucrania…

Hay un viejo proverbio de mi país que dice: “Los padres son los que conocen mejor el corazón de los hijos”. Mi padre llevaba año y medio gravemente enfermo y a final de enero muere. No tuve más remedio que marchar a Ucrania para acompañar a mi familia en este otro dolor que también me invadía como el frío de mi país. Pude decir adiós a mi padre. Pero también tuve la oportunidad de conocer directamente lo que estaba pasando en Ucrania. Me desplacé a Kyiv, que dista de mi casa paterna unos 500 km, llegué a la plaza de la Independencia acompañado por otros tres redentoristas. Allí tuvimos la oportunidad de hablar con la gente, palpar el desasosiego y la fuerza de un pueblo unido. Fue cuando comprendí que, pase lo que pase, la gente va a seguir en la brecha hasta el final. No puedo trasmitir con palabras los sentimientos que se me agolparon y que se respiraban en la plaza. Era una explosión de ánimo y unidad. En ese momento me vino la imagen de cómo eran las primeras comunidades cristianas: lo tenían todo en común y lo compartían todo con los demás. Era curioso ver como gente que no se conocían entre ellos, unos ofrecían comida, otros su casa para dormir, otros buscaban ayudas… En resumen: “el ser humano se preocupaba por el ser humano”. Esto fue como “contemplar el cielo en la tierra”.

¿Sabemos todo lo que está ocurriendo?

Con respecto a la información que se está dando en los medios de comunicación he de decir, que hay una fuerte distorsión incluso en la propia Ucrania. Se intenta mostrar un gran contraste entre el este y el oeste de Ucrania, diciendo que el país está dividido: el oeste con Europa y el este con Rusia. Hay que tener en cuenta que en el este de Ucrania todos los medios de comunicación son pro-rusos y, por tanto, conscientemente dividen a la gente, explicando que al oeste de Ucrania la gente es radical, neo-fascista y que quiere desestabilizar la situación en Kiev y en todo el país. Sin embargo, gracias a las constantes noticias que aparecen en internet la gente está viendo que no es como dicen sino más bien lo contrario. Todo el país sabe que en el este de Ucrania la gente se ha manifestado en contra del gobierno, pero después de vivir amenazas, incluso palizas y arrestos tienen miedo. Algo similar ocurre en la propia Rusia donde hay bastante gente que no está de acuerdo ni conforme con la política del gobierno y del presidente, mucha gente salía a la calle y se manifestaba, pero éstos eran fuertemente reprimidos por las fuerzas gubernamentales.

En esta situación ¿qué valoración le merece la actitud de la Iglesia?

La Iglesia Greco-Católica Ucraniana desde el principio de las revueltas ha estado con la gente brindándoles apoyo y cercanía. Sin ir más lejos, en Kyiv el año pasado se bendijo la catedral de la Resurrección, construida con los donativos de la gente de todo el país, pues bien esta catedral ha servido como lugar donde se han podido alojar los manifestantes, donde se les ha ofrecido comida y un techo. Este gesto de la Iglesia ha sido muy apreciado por la gente que confesaban sentir que verdaderamente la Iglesia en este país estaba con ellos y hacía suyos sus sufrimientos e inquietudes.

Por petición expresa de la gente que vivía en la plaza se propuso a la Iglesia que construyera una capilla en el mismo centro y así se hizo. Y, en esta capilla, “hospital de campaña” continuamente, de día y de noche, había celebraciones donde todo el mundo participaba. Por eso, el gobierno ahora depuesto escribió una carta oficial al arzobispo Sviatoslav informándole que no está permitido celebrar en esa capilla obligando a que fuese desmontada inmediatamente. El hecho de no obedecer esta orden conllevaba la prohibición de la Iglesia Greco-Católica en Ucrania. Sin embargo, la fuerte oposición de los propios fieles, las incontables celebraciones en la plaza, y la fuerza del pueblo unido hizo que esto no ocurriera. Además, esta plaza se convirtió en un templo ecuménico, ya que allí rezaban continuamente y unidos representantes de varias Iglesias. Todos convocados por un mismo fin: la paz .

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