Dolores Aleixandre publica Sueños e insomnios sobre la Vida Consagrada. Un nuevo libro para los consagrados que a nadie dejará indiferente. Desde su indudable perspectiva y compromiso con este tiempo del Espíritu nos ofrece una lectura imprescindible para sostener humana y teológicamente la innovación.
(Sueños e insomnios sobre la Vida Consagrada, PS, Madrid 2023).
Un libro más. ¿Qué aporta Sueños e insomnios sobre la vida consagrada?
Espero que aporte normalidad a la hora de hablar de ambos, porque sobre sueños sí hablamos y escribimos pero encontrar una clave constructiva para hablar de insomnios, nos cuesta más. Así que ponerles nombre y escuchar los de otros puede resultar saludable.
¿Cuáles son los sueños de Dolores Aleixandre sobre la vida consagrada?
Creo que estamos viviendo una situación parecida a la del paralítico descolgado en camilla por el tejado y puesto junto a Jesús (Mc 2,1-12). Lo mismo que él, estamos un poco paralizados/bloqueados por circunstancias de disminución, envejecimiento y fragilidad que no habíamos elegido: se han abierto enormes boquetes en nuestros tejados institucionales, estamos siendo “descolgados” hacia abajo y nos entra vértigo ante esta experiencia de descenso.
¿Mi sueño? Que acertemos a vivirlo confiadamente, convencidos de que el Señor nos espera precisamente abajo, con palabras de ánimo que nos vinculan estrechamente a Él y nos invitan a ponernos de pie y a soltar camillas inútiles. Seguros de que Él nos recibe como la tierra buena de la parábola, invitándonos a hundirnos y sembrarnos ahí para germinar, desplegarnos y dar fruto de otra manera.
¿Y los insomnios?
Un insomnio o más bien una pesadilla, es imaginar la posibilidad de dar otro final a la escena de la vocación de Leví: no nos decidimos a levantarnos ni a dejar atrás nuestros telonios de viejas costumbres, hábitos y saberes, por miedo a que cualquier cambio nos desestabilice y ponga en peligro nuestra tranquilidad. Así que seguimos pegados a lo de siempre, como percebes en su roca, y nuestra instalación en lo conocido –“no lo permita Dios”– puede más que la atracción del que nos llama a explorar a su lado nuevos caminos.
Otro insomnio es el del “frío en los conventos” y no por bajar el consumo energético, sino por descuidar esos gestos esenciales de proximidad, cordialidad e interés de unos por otros que crean una comunidad. Quedan aún en nuestras relaciones residuos tóxicos de lo que antes se consideraba propio de personas “espirituales” y “religiosas”: ser cumplidores y distantes, sin implicarnos afectivamente, manteniendo un trato acartonado y usando palabras que ya nadie entiende. “Tiene delito” esto de que Dios esté empeñado en ser humano y nosotros en ser espirituales (¿?).
Y para testar nuestro grado de calidez relacional, bastaría pasarle el antivirus a nuestras reacciones y comportamientos con las personas que abandonan la congregación.
Te sirves con frecuencia del humor en tus reflexiones, ¿tiene la vida consagrada buen humor?
Para ejercitar ese humor que tanta falta nos hace, podríamos empezar por “bajarnos del burro” y mirar de lejos nuestro frenesí identitario: «los Siervos Conversos de la Dolorosa defendemos que los sutiles matices de nuestro carisma lo convierten en algo único y absolutamente diverso de la de los Esclavos Penitentes de las Angustias. Las Canonesas Descalzas del Divino Niño nos negamos a unir nuestro colegio al de las Canonesas Calzadas del Santo Infante por considerar incompatibles nuestros estilos educativos. Fray Anselmo –del ala progresista de los Hermanos Seráficos de la Purísima–, vota NO al documento capitular porque los del ala conservadora han cambiado el adjetivo “prioritario” por “preferente” al hablar de la opción por los pobres. Sor Genoveva y algunas otras Scoraffinianas de San Adalberto (del Padre Adalberto Scoraffini), estudian la posibilidad de escindirse de la congregación porque, a su parecer, se está desviando de la inspiración original del fundador».
¿No nos sentimos mucho mejor en cuanto tomamos distancia de nosotros mismos?
¿Hacia dónde vamos los consagrados? ¿Qué valoración haces de los procesos de reorganización emprendidos?
La pregunta adónde vamos los consagrados, solo tiene como respuesta posible aquella del Apocalipsis: “Señor mío, tú lo sabrás…”. Pienso que son ya valiosos de por sí los trabajos de reorganización, pero hay otras “reorganizaciones” que me parecen más urgentes y que nos tocan más adentro.
Por ejemplo: encontrar un modo disidente de concebir y practicar ese “buen vivir” omnipresente en nuestra cultura y pensar caminos de armonización con la “cultura de la abnegación” que impregnaba hasta hace poco la espiritualidad de la vida consagrada y que hoy parece obsoleta. Una propuesta imaginaria: acudimos a un mercadillo temático sobre “Buena Vida” en el que se ofrecen distintos productos para acceder a ella: gastronomía, espiritualidad, estética, cultura, viajes, espectáculos, mindfulness, vivienda o cuidado del cuerpo… Hemos decidido participar como vida consagrada ofreciendo propuestas, alternativas, plantando nuestro tenderete de ofertas: Consiga el buen vivir practicando Sobriedad, Desapego, Esfuerzo, Determinación, Combate, Descentramiento, Exceso…
Y preguntarnos por las explicaciones que daríamos a quienes visitaran nuestro puesto.
¿Se puede ser consagrado o consagrada mayor y vivir con esperanza?
La vejez tiene una “cara norte” con sus fastidios, limitaciones y pérdidas, pero también una “cara sur”: la posibilidad de vivirla como una experiencia parecida a la de Zaqueo en su encuentro con Jesús (Lc 19). En el comienzo de la escena los dos estaban activos y los verbos son de movimiento pero, al final, ya bajo el mismo techo, aparece el verbo katalyo “hospedarse, descansar”, y también lo que hace un viajero al llegar a un albergue: avía las bestias en la cuadra y sube luego al cuarto de huéspedes para cenar con tranquilidad. Jesús y Zaqueo están ya juntos con todo arreglado, con todo el tiempo del mundo para un encuentro largo y tranquilo. Es un tiempo de intimidad y hospitalidad en el que Zaqueo no hace nada productivo: no negocia, no cobra impuestos, no se ocupa de acrecentar su fortuna, no ejerce como jefe de nadie; ha escapado del circuito de la utilidad y ha entrado en el de la significación y en una clave de decrecimiento y pérdida, justo a lo que su Huésped llama ganancia y salvación.
Esta vida de “pensionista a lo Zaqueo” me atrae bastante, la verdad, y tengo la esperanza de sacarle el mayor partido posible.
¿Qué es lo que hace feliz a Dolores Aleixandre hoy?
No ir con prisa, tener más tiempo para rezar, para descubrir nuevas cosas preciosas en la Biblia, para escribir y estar con gente amiga, para hacer pequeños servicios en la comunidad o en el centro intercongregacional en el que colaboro. Y para poder mirar asombrada cómo está floreciendo un bulbo de jacinto que me ha acompañado todo el invierno.