José Luis Lacunza, OAR. Cardenal de la Iglesia
«Abramos las estructuras… el joven no se asusta de orar, pero sí de repetir rezos»
Navarro de origen y panameño de vida. Ofrece esa combinación perfecta de ternura y firmeza que convence. A sus 71 años ha vivido mucho, pero mira al mañana con esperanza y la transmite con fuerza. Obispo de la pequeña diócesis de David en Panamá es uno de los hombres de confianza del Papa Francisco para la gran reforma en el Espíritu. Religioso Agustino Recoleto y forjado en América nos dice que «de repente el Papa pensó en él». Sabemos que no es tan de repente y que hace tiempo que su nombre forma parte de ese nuevo liderazgo de nuestro tiempo. Se acerca a la realidad con calor de hermano y sin pretensión de maestro y eso le da el estilo de cristiano, religioso, obispo, cardenal y evangelizador que el mundo y la Iglesia necesitan.
Y ahora, de repente, el Papa Francisco…
Y ahora, de repente, el Papa Francisco sin previo aviso, sin consulta, sin ninguna indicación…
El obispo de David es Cardenal. ¿Cómo se enteró?
El primer indicio me llegó como a las 6:30 h. de la mañana –estamos a unas seis horas de diferencia de horario–. Era domingo, yo me levanté a las 6:00 h. de la mañana y a las 6:30 h., cuando iba a bajar a desayunar, cogí el móvil y encontré un mensaje de mi hermana mayor que, desde Pamplona, me hacía tres preguntas: “Tato ¿no tienes algo que comentarnos?”; segunda: “El Papa ha hecho nuevos nombramientos…” y tercera: “¿eso en qué te afecta a ti? Llámame cuando puedas”. Yo pensé que mi hermana se había vuelto loca, ¿qué bicho le habría picado? Y no hice ningún caso. Metí el teléfono al bolsillo, baje al comedor y fui a prepararme el desayuno. Cuando me senté, vi que había dos llamadas perdidas y dos mensajes de voz, los escuché y era el Cardenal de Managua, Leopoldo Brenes que me llamaba para felicitarme: “Anda José Luis, ¡qué bueno!, ya no estoy yo solo por ahí, ya tengo compañía”, –somos muy buenos amigos–; y después otra llamada de un ex-alumno mío, del colegio San Agustín, en los años setenta, que está ahora de embajador de Panamá ante la Unesco, en París y que oyó el mensaje del Papa y me llamaba para felicitarme.
Entonces fue cuando empecé a preocuparme. Así que llamé al Nuncio, Monseñor Carrascosa, y le dije: “¿Qué pasa?”. Y me dijo “¿Qué pasa de qué?”. Le pregunté: “Oye que estoy recibiendo unas llamadas que me dejan…” “¿Llamadas de qué?” –me dijo–. Pues nada que me dicen que el Papa me ha nombrado Cardenal, y dice: “¿Ah, que el Papa te ha nombrado Cardenal? Felicidades José Luis…”. Mientras, se metió en la página web del Vaticano, me quedé en el teléfono esperando, y me dijo: “Sí efectivamente aquí está la noticia de que el Papa en el discurso del Ángelus ha anunciado la creación de 20 nuevos Cardenales y tú estás en el número 13 después de Ricardo Blázquez”. Y así me enteré de la noticia… y allí quedó el desayuno encima de la mesa.
Un proceso sencillo y cada vez más humano.
Pues sí, yo le pregunté al Papa cuando tuve la oportunidad de verlo en el Consistorio, me acerqué a él y le dije: “Oye, por favor, ¿cómo haces estas cosas así?”. Y me dijo: “Mira, es la única manera de que no se filtren noticias por ahí y aparezcan nombres y comentarios”. Y le contesté: “Pero le puede dar a uno un infarto”. Y él me respondió sonriente: “Mira, es la manera de probar que tiene el corazón fuerte para seguir adelante”.
En este largo trayecto de misión ¿nunca ha dejado de ser religioso?
Nunca, y no lo dejaré, así lo dije en mi profesión religiosa hace 50 años.
¿Ha vivido en comunidad la mayor parte de su vida?
Hasta que me nombraron obispo, entonces tuve que dejar, de modo ordinario, la vida en comunidad. Llevo 15 años en la diócesis de David y «la manta no da como para tener…». Apenas tenemos el clero suficiente para atender las parroquias, excepto las que están en manos de comunidades religiosas. Pero bueno, me he tenido que habituar a eso: a comer solo, a rezar solo, a pasar muchos ratos en soledad y es lo más duro, porque yo estaba acostumbrado, toda mi vida, a vivir en comunidad… Primero en el convento, luego cuando vine aquí a Madrid, después en Panamá, en el colegio San Agustín… entonces estábamos 18 frailes en el colegio; así que toda mi vida hasta que me nombraron Obispo Auxiliar y ahí comenzó otra experiencia. (SEGUIR LEYENDO EN VR, MARZO/2015)