JOSÉ MIGUEL ZAMORA, HERMANO DE LA SALLE

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jesus-miguel-zamoraES EL NUEVO SECRETARIO GENERAL DE LA CONFER 

A comienzo de curso concedía una entrevista a nuestra Revista Vida Religiosa donde nos dejaba noticia de su claridad de ideas, visión e intención. En aquel momento era el superior provincial del Distrito Arlep de La Salle, ahora liberado de su tarea de gobierno, presta generosamente un servicio a la intercongregacionalidad de la vida consagrada en España.

Por la significatividad de la noticia, a continuación ofrecemos la entrevista que en su momento publicamos en nuestra web y en nuestra revista mensual.

«El líder en la vida religiosa es elegido para transmitir vida»

Jesús Miguel Zamora es hermano de La Salle. Ejerce de Hermano Visitador de una provincia compleja (España y Portugal) denominada ARLEP. 97 comunidades y 703 religiosos. Nos ha llamado la atención la serenidad, convicción y ánimo con que lo hace. Es un hombre que ha descubierto el tiempo de misión, por eso tiene tiempo para todos.

Nos ha concedido una entrevista densa. En ella, sobre todo, habla de esperanza y visión. Da las claves de un liderazgo inspirador, liberado de protagonismo, tan necesario en nuestras organizaciones y, además, nos dice que cree en la dimensión intercongregacional de la misión, por eso sirve a la CONFER.

Arlep nace de la unión de varias provincias Lasalianas en la Península Ibérica. Un breve recorrido por los datos…

El nuevo Distrito Arlep está formado por 97 comunidades de Hermanos (703 Hermanos en total) y seis comunidades de seglares Asociados, 102 obras de “educación formal” y otras 14 de atención socioeducativa, 6 ONGD, 174 seglares que han hecho un compromiso explícito de asociación; de estos, algunos participan en comunidades propias de seglares y el resto participan en las comunidades de Hermanos, de manera más esporádica o frecuente (oración, reuniones, confección del proyecto comunitario, retiros, momentos de ocio…). Junto a ellos, cerca de 6.000 educadores y casi 80.000 alumnos dan idea de lo complejo y rico que resulta la animación y el disfrute de iniciativas surgidas en cada lugar.

Es de suponer que el proceso de integración no es fácil pero posible. ¿Cuáles son los logros que la nueva articulación Arlep está posibilitando?

Es cierto que pasar de siete Distritos a uno, con una dedicación exclusiva según nuestro carisma a la educación humana y cristiana de niños y jóvenes y teniendo en cuenta la diversidad de legislaciones en esta materia en las diversas autonomías, no hacía fácil lograr la unión (aunque no fue ese el principal escollo). Pero al cabo del tiempo se apuntan varios logros que quizá no se puedan medir en “efectividad”, pero indican el camino que estamos llevando:

– Los primeros pasos que dimos se caracterizaban por el miedo a las pérdidas: culturales, lingüísticas… En la superación de todos estos temores nos ha ayudado nuestro elemento carismático de la fraternidad: aprender a vivir la fraternidad desde lo diverso. Por encima de cualquier cosa somos hermanos y esto nos facilita el superar las dificultades.

– Nos dinamiza, también, el convencimiento de los líderes, de los Hermanos que han impulsado los dinamismos de animación y que siguen realizando una apuesta por ello sin generar dudas.

– Se ha favorecido el compartir mucha vida entre todos los Hermanos y entre Hermanos y Lasalianos seglares a través de programas, actividades y formación conjunta que han generado muchas sinergias.

– La profundización en nuestro voto de asociación ha contribuido a una mayor conjunción entre Hermanos y Seglares, por encima de las tareas realizadas conjuntamente, y una mayor atención a los descubrimientos que iban haciendo los Asociados seglares.

– Se ha incrementado, sin duda, el sentido de pertenencia institucional universal, que va más allá de la realidad concreta que cada uno vivía antes. Las diferencias no se convierten en elementos de ruptura sino en riqueza que se comparte.

– Se habla mucho y se trabaja mucho sobre la misión única que compartimos juntos, Hermanos y Seglares, centrada en lo educativo-pastoral, y que permite descubrir riquezas y proponer iniciativas que dinamizan la misión.

– Seguimos cultivando la formación en el carisma de manera conjunta Hermanos y Seglares, lo que favorece una vinculación desde lo más hondo y la ayuda mutua para asentar la pertenencia.

– Se sigue trabajando en hacer visible una “Familia en comunión” dentro de una “Iglesia-Comunión” en la que el Seglar cobra el protagonismo que le corresponde, y donde la vocación laical del Hermano consagrado se descubre como un aporte original, singular, valioso y necesitado en nuestra Iglesia, marcada excesivamente por lo clerical.

¿Cómo entiende Jesús Miguel Zamora el liderazgo?

Cuando se refiere a lo que uno experimenta, aparecen razones y vivencias de liderazgo que te confirman de manera más convincente de que esto del liderazgo “debe ir por ahí”. Para mí un líder en el campo religioso debe ser, ante todo, una persona con “sentido común”, que sabe dónde está situado su lugar de animación y desde ahí promueve, ánima, impulsa la vivencia del carisma. Con ese punto de partida creo que el liderazgo que necesitamos en nuestra vida consagrada debe insistir en estas características:

– Un hombre de Dios. Clave y fundamental. Persona enamorada de Dios, que sabe que en él tiene su raigambre, que a él acude como la consistencia de su vivir, que su relación a Dios es frecuente y que no deja lugar a dudas en los ojos que le ven de que es un “hombre (mujer) de Dios”.

– Es una persona que se sitúa en la clave de autoridad como servicio. Sí, eso del capítulo 13 de Juan y la escena de la última cena: lavar los pies y la toalla. Claro. Levantarse de la mesa (romper lo seguro) y estar atento a las necesidades de sus hermanos… aunque no tenga solución para su problema particular. Pero el hermano sabe que va a estar ahí, preocupándose por lo que le pasa, por su vida, por su problema… buscando una solución mejor.

– Es una persona abierta, que contrasta, pregunta a otros, discierne con otros para encontrar caminos de futuro que se vivan ya en el presente (no es un iluso que solo vive de futuro) y que aporten un rasgo genuino del carisma que ayude a sus hermanos a ser más felices en esa vivencia.

– Es un hombre/mujer de aguante cuando las cosas vengan mal dadas, que no se arruga ante las dificultades de su comunidad o de su Institución. Ve las cosas de frente, las afronta, busca apoyos, no se derrumba fácilmente y aporta seguridad en los problemas. No es un héroe, sino una persona con principios y criterios de vida que le permiten dar fuerza a lo fundamental (porque está convencido de ello, no tanto obsesionado) y aceptar y manifestar sin ambages la parte de equivocación que pueda tener su liderazgo mal desarrollado.

– De un líder así, uno se puede fiar, aporta seguridad, se desea trabajar con él y uno se siente seguro con sus decisiones, pues sabe que no brotan de un “calentón” cuanto de un juicio sereno que se ha ido haciendo cuerpo sólido en el discernimiento con otros, compartido con los que “no son de tu cuerda” pero que desean aportar algo al bien común. Y, al final, quieren escuchar tu palabra porque necesitan saber qué piensas, por dónde quieres animar a tus hermanos, cómo aportarles la vida que llevas. Si es así, te conviertes en un regalo (valioso) para ellos.

– El líder no contemporiza con todo ni trata de agradar a todos. Sabe que ha sido elegido para transmitir vida, generar esperanza, abrir nuevos horizontes. Es verdad que no puede ni le conviene saber todo, para que no alardee. Pero ha de tener una palabra ante situaciones que no son acordes al carisma o al crecimiento de la comunidad o la Institución; esa palabra que brota de su experiencia personal vivida en profundidad, del cuidado que ha puesto en su formación en el campo que le compete y que descubre en el trato personal, cercano, amigable con sus hermanos.

(Entrevista completa en VR [noviembre 2016]) suscripciones@vidareligiosa.es