LA VERDAD NO ESTÁ EN LOS TITULARES

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UnknownHace unos días viví un encuentro especial. Un par de religiosos, él y ella, pasaron por la Revista por diferentes causas. En la conversación con cada uno de ellos pude oír esperanzas, retos e inquietudes. En los dos, descubrí vidas a pie de calle, comprometidos con la esperanza y la misericordia. Vidas ocultas que devuelven el recuerdo de que lo nuestro «es otra cosa».

Paramos el tiempo. Pudimos hablar y escucharnos. Los dos son personas formadas e informadas. Se sonreían abiertamente de los titulares de nuestros digitales empleados a fondo en «dar sensacionalismo a lo eclesial». También —me decían— algunos semanarios de la prensa escrita están derivando hacia esa ladera de manera poco disimulada.

Lo que más me llamó la atención de sus vidas es que viven en la misión y no en la crítica. No son ingenuos pero, a la vez, desprenden esa ingenuidad evangélica que atrae. Los dos están ocupados y, sin embargo, tienen tiempo para disfrutar y hablar de Dios.

Vinieron a buscar artículos de formación. Preocupados por entender la inmediatez del presente, saben que no se consigue sino con tiempo de reflexión, escucha y estudio. Mientras buscábamos lo que necesitaban fue cuando espontáneamente brotó la complicidad y comencé a escuchar.

«La vida religiosa necesita más debilidad para tomar decisiones más veraces». «Hemos confundido la misión, lo nuestro es estar entre la gente y no «representando» a la gente». «Una cosa es el olor a oveja de la sencillez y otra, muy diferente, convertir el titular en espectáculo». «Hay una distancia enorme entre la propuesta del Papa sobre la misericordia y los realitys que con la palabra hacemos». «Las imágenes de los misioneros de la misericordia en Roma con cámaras, fotos y mas fotos desacreditan un ministerio de transparencia de Dios». «La vida religiosa no necesita declaraciones institucionales, sino encarnación en la normalidad, que es lo que más nos cuesta». «El sensacionalismo es una manifestación de la fragmentación humana: consumir titulares para seguir viviendo igual». «La intercongregacionalidad real nace de la misión, no de las asambleas o congresos».

No lo he anotado todo, pero sí lo que más me impactó. Me dejaron una paz que seguramente no he sido capaz de poner en palabras. Ella en dos días viajaba a su sitio de misión, la frontera, la de verdad. Me pidió que no dijera cuál. Él a su tarea diaria en la cárcel. Según salían, ella se vuelve y sonriente me dice: «por cierto, nada tan grande como vivir en fe. Es la única seguridad que a mis 40 años tengo». Me quedo un poco desconcertado y al preguntarle me dice que hace poco, leyó en un semanario eclesial en una sección sobre la fe, una entrevista a una periodista famosa, que el titular era: «Me da pudor decir si soy mujer de fe». Nos reímos una vez más y concluimos que en los titulares no está la verdad. Es ese tono amarillo que también se cuela, de vez en cuando, en la información a la comunidad cristiana.

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