Pedro Manuel Sarmiento, cmf
La religiosidad popular vuelve, al menos en España, a tener una vigencia que nunca perdió del todo. Salvo en el bache temporal desde el inmediato postconcilio a los años 80, la religiosidad popular se ha mantenido como un filón de experiencia de fe. La religiosidad popular no puede ser relegada a meras manifestaciones sociológicas, culturales, artísticas o etnográficas. En muchos países y continentes, ha sido el espacio privilegiado de expresión de la fe de la mayoría de los creyentes. En el ámbito teológico siempre ha sido valorada como una posibilidad pastoral y experiencial en todas sus manifestaciones.
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