La única señal que dan los ángeles a toda la humanidad de que Dios nos ha nacido es que encontraremos a un bebé envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Esa es toda la maravilla que un un ejército de ángeles cantores proclamaron en un noche cualquiera a unos pobres pastores.
A ellos quizás les subo a poco aquel anuncio y a nosotros quizás también. Hubiésemos preferido un signo más impresionante, más claro, más de reyes o de señores o de dioses… siempre tentando a Dios.
Pero el signo de la humanidad frágil, recién llegada para recostarse en el lugar donde comen las bestias es la realidad del Dios con Nosotros. Ese es el comienzo de nuestro propio comienzo, siempre nuevo. Una noche atravesada por la luz tenue de un niño sonriendo entre estrellas y entre amor.
Feliz humanidad de Dios esta noche y siempre