Arrastramos tiempos convulsos. Bastante inciertos. Meses en los cuales las convocatorias capitulares se fueron posponiendo hasta encontrar el momento propicio cuando la pandemia comenzó a amainar y dar un respiro a nuestra humanidad enferma. Tres familias religiosas muy significativas: Franciscanos, Claretianos y Carmelitas Descalzos han podido celebrar presencialmente sus capítulos generales en los meses de julio, agosto y septiembre. Sin duda, un Pentecostés para una «nueva fase»1 inédita y desconocida y, a la vez, cargada de profecía y acierto.
Luis A. Gonzalo Díez, cmf
Director de VR
En estos capítulos, el proceso sinodal llevado a cabo en las respectivas familias ha concluido con disposiciones y compromisos orientados a sostener un nuevo camino juntos; una impronta carismática que pretende, en su raíz, propiciar el descubrimiento de la esencialidad.
Miguel Márquez, nuevo prior general de los Carmelitas Descalzos, cuando se dirige al Papa en la audiencia de su capítulo, acertadamente afirma: «Las personas decisivas de la historia no aparecen en los libros de historia, o en los periódicos. Por eso queremos cultivar una contemplación que no nos aleje de la vida real, sino que nos sumerja más en ella y nos haga más cercanos a las heridas del hombre de hoy, para sanarlas con la ternura aprendida en la amistad con Jesús, que es la oración»2. Y siendo evidente, hay que señalar además que tanto él, desde los Carmelitas Descalzos; Massimo Giovanni Fusarelli como ministro general de los Franciscanos Menores y Mathew Vattamattam como superior general de los Claretianos, serán rostros y vidas en las que nos hemos de fijar en los próximos años para entender este «viaje hacia la esencialidad en la vida consagrada».
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