Nuestro mundo cambiante y complejo plantea grandes oportunidades y retos a la hora de vivir nuestra fe. En nuestros contextos de Iglesia se nos invita a vivir enraizados, a colaborar, a ser solidaros y a cuidar de forma especial el discernimiento a la hora de dar pasos en el camino. Esta manera más auténtica tiene sin duda en nuestras sociedades una dimensión contracultural y de resiliencia. La verdad no es la visión que normalmente vemos en los anuncios o la que se nos plantea en las redes sociales, como el deseado modelo de vida.
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