Damos ya nuestro último paso del año y de esta serie de retiros. Lo hacemos desde la perspectiva narrativa de la entrega anterior. El último acercamiento, casi de puntillas, al gran misterio de la Encarnación.
Este tiempo de Navidad es de los más hermosos, por lo menos a mí así me lo parece. Son momentos de comunidad, de familia, de ilusión, de sonrisas, de hacernos pequeños… Pero también tiempos duros para los que están solos, para los que ya no esperan nada ni a nadie, para los que miran con desprecio a lo pequeño o a lo poco relevante… Desde la fe podemos reenfocar y curar muchas realidades y experiencias. Pero esa memoria traumática también puede sanarse, poco a poco, y necesita de un tiempo precioso y para nosotros escaso, como en la gestación, como en el nacimiento. En medio de las prisas y de la búsqueda constante de nuevas experiencias podemos pararnos, podemos frenar y buscar lo esencial en una estrella (una entre miles de millones), en una cuadra, en un descampado, en los que están fuera de cualquier centro y son casi irrelevantes para la historia como los pastores de Belén. Podemos, pero ¿queremos?
Por si valiese, os dejo con estos pocos retazos de relatos que apuntan hacia el Misterio más hermoso de nuestras vidas creyentes, que lo disfrutemos intensamente y, si los textos ayudan a ello, fenomenal.
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