Silvia Rozas
Hija de Jesús, Madrid (España)
Cada día me desplazo en metro por Madrid observando y observo a quienes me cruzo de escalera en escalera y de vagón en vagón. Durante treinta minutos el metro se convierte para mí en lugar de una presencia real del Señor, un espacio para contemplar nuestra pluralidad y nuestra uniformidad: Tantas diferencias… y en realidad… tan parecidos en las formas de caminar, de vestir, de mirar, de hablar, de soledades inmersas en pantallas y cascos que aíslan del presente y conectan con otras realidades… alguna que otra persona con el libro en mano, unos hablando entre ellos y la mayoría inundados por tristezas y alegrías. Todos viajamos juntos en el mismo vagón y, sin embargo, somos tan extraños y desconocidos unos de otros… Cuánto se agradece encontrarse con la mirada de alguien que sonríe…
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