No es sólo una provocación, aunque también, es un hecho dado por la pura gracia de haber creído en la palabra del más pequeño de los hijos del Reino, Juan Bautista.
Y nosotros tenemos la palabra del hijo de Dios y decimos tantas veces que sí que vamos a la viña, los primeros, públicamente, y al final no vamos. Y otros, como en esos tiempos, dicen que no, que no les da la gana, que no creen, que no pueden y acaban yendo. Suelen ser personas del pelaje se las prostitutas y de los publicanos, solemos mirarlos de reojo, solemos excluirlos y condenarlos. Pero ellos van a la viña, ellos creen en la palabra de ese Señor de los pequeños, de los frágiles. Ellos tienen oídos para oír y corazones de carne ablandados por el sufrimiento. Ellos nos preceden, a mi por lo menos, en el Reino. Ojalá que por lo menos pueda ser compañero de viña e invitado de Reino. Ojalá que podamos todos.