El cambio está en la formación y el pensamiento

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Luis A. Gonzalo Díez, cmf

Director de VR

Si hay algo llamativo en la vida consagrada es su capacidad para reponerse, con mucha frecuencia, ante las inclemencias del tiempo. Deberíamos recordarlo cuando nos sorprendemos perdiendo la paz ante las circunstancias adversas que a veces nos toca vivir

Son tiempos particularmente complejos para las diferentes familias de vida consagrada. Estructuras grandes con propuestas de evangelización que necesitan una profunda transformación; cuerpos congregacionales envejecidos que «siguen haciendo» pero con evidente «paso lento» frente al vértigo con el que se desencadenan los acontecimientos; pocos ingresos de personas jóvenes, que lejos de rejuvenecer la propuesta carismática de la congregación, quedan diluidos o diluidas en el «sistema» y, a veces, propician miradas nostálgicas sobre la misión; un compromiso con la misión compartida y la familia carismática bien articulado en los textos, pero atemorizado en las decisiones por miedo a perder poder; una reorganización ralentizada por temor a la movilidad y muchas veces deudora no tanto de un «sueño profético», cuanto de «salvar los muebles», aunque sea por unos años más…

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