En compañía…

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Hace días me encontré con un bello diálogo que despertó la reflexión que comparto: “¿Qué es más importante –preguntó el Gran Panda– el viaje o el destino? La compañía –dijo el pequeño Dragón–”.

Para la vida religiosa, la respuesta del Dragón es desafiante e imprescindible. Precisamos para el largo camino significativas compañeras y compañeros que nos ayuden a llegar a destino, a la meta anhelada, y desde allí estrenar nuevos pasos. Compañeros discernientes, de mi- rada objetiva, mujeres y varones que saben navegar a vela desplegada, dejándose llevar por el viento del Espíritu para seguir avanzando en la gran travesía. Compañeros de palabra, de esperanza larga, que no temen al conflicto, que saben ayudar a abrazar el dolor, sabiéndolo protagonista indispensable en la historia de salvación personal y comunitaria.

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