Hace muchos años, cuando aún no peinábamos canas, un grupo de hermanas junioras nos adentramos a realizar una dinámica un poco extraña. Se nos preguntaba qué frase desearíamos poner como epitafio el día que avancemos hacia la “otra vida”. En el compartir recuerdo una voz tímida que dijo: “Quisiera que escriban lo siguiente… Aquí yace una mujer que vivió intentando”. Esa joven juniora nos dio una gran lección, ya que puso sobre la mesa el anhelo de caminar haciendo una radical experiencia de Dios, de paso en paso, de luz en luz, de intento en intento.
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