VIENTO DE LIBERTAD

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Juan Carlos Martos, cmf

Tras haber meditado sobre la fe, la esperanza y la caridad, el retiro de abril trata de la libertad de quienes hacemos voto de obediencia. Se sitúa en tiempo de Pascua abocada ya a Pentecostés. Nos centraremos en el binomio libertad-comunidad que paradójicamente deben ir siempre vinculadas en el voto como don del Espíritu.
La obediencia ha configurado la vida consagrada a lo largo de su historia. Pero cada época le da a este voto un significado renovado porque la vida cambia y la manera de entender las relaciones humanas también. Se equivocan quienes reducen el voto de obediencia a dependencia y subordinación. Los consagrados, al hacer voto de obediencia, no renunciamos a nuestra libertad, sino que participamos de la libertad de Cristo, el obediente al Padre. El voto de obediencia no es un voto de sumisión y resignación, sino un voto esencialmente comunitario y de libertad.
Dirigiéndose a los consagrados, el papa Francisco decía: “El mundo y la Iglesia os necesita como faros que iluminan el camino de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo”. ¿Qué deben tener estas personas para que el Papa les ubique como referentes, faros que iluminan a todos? Hace unos meses se proyectó en España y con un relativo éxito la película Libres. Duc in altum. Sorprendió el número de personas que acudió a ver un documental que trata sobre la vida monástica en España. Durante 107 minutos desfilaron por la pantalla rostros de varios monjes y monjas que contaban sus historias. Ver la película podría ser un buen complemento a este retiro. Ayudaría a entender mejor de qué libertad están habitados esos testimonios vivos y palpitantes.

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