viernes, 26 abril, 2024

Vida Religiosa, Enero 2013

¡ESOS REGALOS!
¡Qué bueno es que en la vida se mantenga la capacidad para la sorpresa! ¿Serán los religiosos y las religiosas de hoy capaces de sorprenderse por algo? Viéndonos y participando de nuestras propuestas, ¿qué dirán que esperamos?…
Se está reflexionando mucho sobre la identidad de la persona. Algunos concluyen que estamos en una era en la cual el yo está saturado, no le cabe más… Pudiera dar la impresión de que hemos llegado a un punto en el que, de verdad, no se puede dar nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, no es así. Corren tiempos en los cuales parece que no puedes preguntarte: ¿qué más puede pasar? porque pasa. Algunos hechos, de difícil digestión, se ven sucedidos por otros todavía más fuertes. Familiarizados con el discurso sobre el hambre y el mal reparto de los bienes, nos tambaleamos cuando se convierte en algo irreversible en rostros con nombre; las guerras que presen-ciamos en directo nos dejan sin palabras cuando vemos crueldades que dejan inocente a la ciencia ficción; sabedores de que existe la corrupción y de que los “malos espíritus” convierten las relaciones humanas en puro comercio, cada día amanece con nuevas y más sofisticadas muestras de inhumanidad; la falta de ética de la economía mundial remueve nuestras entrañas cuando los bien cercanos nos dicen, con lágrimas, que no pueden más… Ciertamente, uno se pregunta si éste, nuestro yo saturado y cansado, tiene sitio para más o ya está de vuelta de la esperanza porque la humanidad vive un “atardecer” en valores del que parece no puede librarse.
Nuestro yo saturado tiene que hacer un viaje de vuelta, que probablemente sea un trayecto hacia el interior. Ha estado en muchos escenarios. Nuestro yo ha intentado ser triunfador; ha podido manejar las artes de la manipulación; ha provocado guerras de intereses; ha cuidado la injusticia pensando en la propia seguridad; ha confundido la entrega con la autopromoción y hasta ha contagiado la evangelización con la rentabilidad. Nuestro yo necesita regalos de año nuevo que le devuelvan la inocencia y la fe; la sencillez de planteamientos y esperanzas. Puede así encontrar en el año nuevo una rendija de amor que le devuelva a la Misión sin condiciones.
El drama de la vida religiosa no son los datos estadísticos, sino la saturación de la identidad. Quizá por un sentido de misión (con minúscula) hemos entrado en una vorágine, no discernida, de funciones y por una pérdida de significación social, hemos buscado desesperadamente la utilidad. Sin embargo, no necesitamos regalos que nos hagan útiles, sino que renueven nuestra capacidad para ser evocación. Justo lo contrario de esos catálogos comerciales que venden la sofisticación y la rapidez con soluciones exprés para todo. Nuestro gran regalo se llama «otro sentido del tiempo» y éste envuelve la paciencia, el calor, la espera, la reconciliación y la serenidad. El efectismo no puede estar en el catálogo del nuevo año de la vida religiosa, porque ofrece soluciones como los fuegos de artificio, que cuando acaban, dejan en el ánimo más vacío que el que teníamos antes de los destellos de luz. Tampoco nos sirve la relación de microondas con la que “salvamos” buena parte de la vinculación comunitaria. Momentos puntuales, aunque sean vividos muy intensamente, no consiguen convertir la comunidad en hogar de misión, sino que la van configurando como un lugar de paso o descanso, donde se suman individualidades. La comunidad necesita el regalo de un calor suave y permanente, que llegue a todos, con su tiempo y que, además, nazca de la colaboración plural y paciente de cada uno.
Si observamos bien, la vida religiosa está llena de regalos. Son los que cada persona ofrece porque un día, lejano o cercano, oyó su nombre pronunciado por Dios para un proyecto apasionante. Buena parte están o estamos cerrados. Necesitamos desenvolvernos para compartir y no competir el agradecimiento. Juntos y coordinados, constituimos el regalo que, en verdad, la vida religiosa puede ofrecer en este nuevo año de una era nueva.
Muchos procesos de reestructuración pueden transformarse en regalos. Hay que deshacerse de envoltorios que sólo cuidan la apariencia, para desentrañar lo valioso: las personas que con su itinerario de gracia y resistencia nos ofrecen la congregación u orden real. Sin ellas, no hay año nuevo, estará cuestionado el futuro y, lo peor, hipotecado el presente…
Esos regalos, las personas de tu casa, son los que tienes que cuidar y disfrutar en este año nuevo.
ÍNDICE
Hasta la cocina, Daniel Izuzquiza
Mirada con lupa: «Evangelizar sólo es posible desde la unidad» Entrevista a Laurent Fabre, F. J. Caballero
La formación inicial como iniciación. Aproximación antropológica, Ramón Sala
La gracia de la formación permanente, Amedeo Cencini
Con qué lo compararemos… La VR como parábola, Lucia Weiler
Siempre es tiempo, Gema Juan
Retiro: El bautismo: El pórtico de la vida en el Espíritu, Esperanza G. Paredes
80ª Asamblea de la USG. En la fe, evangelizamos, Fernando Torre
En todo amar y servir, Pedro Barreto
¿Largo amanecer o atardecer de la vida religiosa en Europa?, José Cristo Rey García
Regalarnos una tarde, Mariola López
Lectura recomendada, Francisco J. Caballero
Ejercicios espirituales 2013

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