Lo escribió Pedro Casaldáliga: “Al final del camino, me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres”.
Celebramos hoy la fiesta de la Ascensión del Señor.
Jesús ha llegado al final de su camino, al tiempo de la pregunta sobre la vida y sobre el amor, pero ninguno de nosotros le pregunta ya, pues un soldado le atravesó el costado, y dejó abierto para siempre ante nuestros ojos aquel corazón lleno de nombres…
Decimos “lleno de nombres”, para decir lleno de amados, de amadas, lleno de pequeños, de últimos, lleno de pobres…
Celebramos aquí la fiesta de la Ascensión del Señor, y allí, en el cielo, a donde Cristo Jesús es elevado, nos vemos enaltecidos nosotros también, pues él, porque ha vivido para Dios y para nosotros, porque nos ama, nos lleva siempre con él escritos en su corazón.
La Ascensión del Señor, su victoria, su glorificación a la derecha de Dios, es también nuestra victoria, y allí donde él, que es nuestra Cabeza, nos ha precedido, esperamos llegar también nosotros, los miembros de su cuerpo, los escritos en el libro de su corazón.
Teresa de Ávila entendió dichas por Jesús las palabras del poema: “Alma, buscarte has en Mí, y a Mí buscarme has en ti”. Que es como si Jesús dijera: Alma, busca tu nombre en mi corazón, busca mi nombre en tu corazón.
Imagino que ese decir es siempre un decir de amor, pues la experiencia enseña que el amado se queda en el amante, que el amante se va con el amado.
Y así la fiesta que hoy celebramos, fiesta de la Ascensión del Señor a los cielos, siendo toda de Jesús por ser él quien entra en la gloria del Padre, es también nuestra fiesta, porque él nos lleva consigo, porque él nos ama, porque él nos lleva grabados a fuego en las paredes de su corazón…
Que nosotros ascendamos con él, que él se quede con nosotros, es siempre una cuestión de nombres y de corazón: porque en Cristo Jesús estamos, con él somos del cielo, y él, con nosotros, es de la tierra.
Ahora, a ti misma, Iglesia cuerpo de Cristo, a ti mismo que eres hijo de esa Iglesia, has de preguntarte por la vida y por el amor, y, sin nada decir, abrirás tu corazón… y buscarás nombres… nombres del cielo y de la tierra… los nombres de todo lo que amas…
Allí, en tu corazón, habrás de encontrar el nombre de Jesús y el tuyo… pero no pienses que sois dos pues sois uno solo…
Allí, en tu corazón, habrás de encontrar el nombre de Jesús con hambre y sed, el nombre de Jesús en soledad y enfermo, el nombre de Jesús a la intemperie y desnudo, el nombre de Jesús mendigo y vencido…
Búscalo en la eucaristía para abrazarlo en la calle.
Búscalo en la eucaristía para guardarlo en tu corazón.
Búscalo en la eucaristía para leer tu nombre en su corazón.
Búscalo en la eucaristía para ser del cielo con él, para que él se quede en la tierra contigo.
Búscalo en la eucaristía para llenar de nombres tu corazón.
