Restregando bien

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No es la típica recomendación de la cocinera a una postulante que, antes de entrar en el convento, nunca había limpiado los quemadores de un fogón; ni la bronca de una suegra a una nuera inexperta en el arte de fregar: es un comentario de Marcos con bastante carga de ironía, para describir la escrupulosa observancia farisea del lavado de manos y cacharros (Mc 7,3). Restregar expresa determinación, dedicación de tiempo y una considerable inversión de energía y, si sacamos el verbo fuera del ámbito doméstico, puede arrojar luz sobre cosas que nos pasan a la hora de relacionarnos y nos hace entender un poco mejor el origen de algunos de nuestros conflictos.

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