Cada vez tenemos más capacidad de llegar con la mirada más lejos. Podemos ver a través de muchas perspectivas, a cientos de miles de kilómetros. Haciendo zoom o a vista de satélite.
Pero también nos damos cuenta de que cada vez vemos menos. Polarizados por ideologías que azuzan el miedo a lo diferente, por mentiras repetidas muchas veces que acaban teniendo forma de verdad a medias, por la búsqueda continua de experiencias que sacian solo instantes, por relaciones de dependencia y por el descarte cuando ya no puedo obtener beneficios (de cosas y personas).
Hoy tenemos que seguir pidiendo la visión, la luz que pueda iluminar las tinieblas del rechazo o de la competición. Luz que no deslumbre sino que nos haga apreciar la hermosa escala de grises que nos habita y que nunca son la simplificación del blanco o negro.
Señor, que pueda ver, más allá de mí mismo y de mis intereses para llegar a una visión que conecte y que no separe. Señor, que sepa ver lo que pasa desapercibido y es el fundamento de la realidad del Reino: el amor.
