PREGON PASCUAL 2018

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A la memoria del niño Gabriel Fernández, asesinado el 27 de febrero de 2018 en Níjar, Almería

Cuando Dios se levantó
aquella madrugada sin fecha ni lugar,
el mundo era un caos asfixiante.

Y el Mal oteaba los futuros horizontes…

Las tinieblas invadían la Nada
y la oscuridad abducía briznas diminutas de tenue luz.

Cuando Dios se levantó
aquella madrugada sin fecha ni lugar,
el viento correteaba a una velocidad
que ni el mismo Dios podía medir.

Cuando Dios se levantó
aquella madrugada sin fecha ni lugar,
la Nada chocaba con la Nada
y los abismos la tragaban voraces.

Aquella madrugada ajena a los relojes,
ahíta de grises y nebulosas lechosas,
de ventoleras y agujeros negros
llenos de Nada….

Aquella madrugada confusa y desordenada,
rica en Nada y vacía de Todo.

Y el Mal, envuelto en su capa roja, observaba de lejos…

Cuando Dios dejó su cama eterna,
se sentó a pensar inmerso en el desorden
de un Caos tan eterno como Él,
de una oscuridad tan densa como el Misterio,
de un sin-todo y un sin-nada
que ya le abrumaba desde siempre,
desde su Origen sin origen
y su Historia sin historia.
Desde un Silencio tan cósmico como real,
desde un Vacío tan hondo como inútil,
desde una Soledad trinitaria y críptica.
Opaca.

Y el Mal, tembló de miedo y rabia
aquella madrugada sin tiempo ni lugar.

Fue entonces cuando Dios
se lavó la cara, abrió sus ojos celestes
y se dispuso a la tarea de Crear.

Y transcurrió el día primero, y el día segundo, y el día tercero… hasta el séptimo día.

Fue algo tan sencillo como grandioso.
Dios abrió su corazón y brotó
todo lo que llevaba dentro.
El Amor se desparramó y lo conquistó todo.
Las tinieblas se sosegaron y se refugiaron para siempre
en alguna caverna de algún recodo del Cosmos;
la oscuridad densa se retiró orgullosa y ofendida,
reservada sólo para llenar la primera Noche que nacía.
Y la oscuridad se llamó Noche.

Y el Mal saboreó la oscuridad y se hizo Noche. Hijo de la Noche.

Las brumas embarazadas de humedad
guardaron en nubes primerizas la lluvia eterna.
La Energía se volvió Materia y la Materia se hizo Energía.
Se apretaron las nuevas tierras en esferas
que iniciaron una danza mágica sobre sus mismos ejes.
Y dispusieron sitio a las aguas desparramadas en el Espacio,
para formar lagos, mares y ríos.
Algunas se vistieron de hielo para adornar los casquetes redondos,
otras comenzaron a vagar entre montes en hilachas huidizas
buscando presurosas los Océanos recién paridos.

Y transcurrió el día primero, y el día segundo, y el día tercero… hasta el séptimo día.

Y creó Dios a los seres humanos. Varón y hembra los creó. Y se parecían tanto a Él que en un santiamén se enamoró. Se enamoró de todos. Y los modeló iguales. Y los modeló distintos. Y los amó de igual manera. Y se prometió nunca dejar de amarlos. Y comprendió que sólo el amor es digno de fe. Porque Él era amor. Y se deshizo en amor porque Dios sólo sabía amar, sólo podía amar… ¡No sabía hacer nada más!

Y el Caos se vistió de Cosmos.
Y los planetas se llenaron de colores:
rojo, verde y amarillo; granate, naranja y violeta; blanco y todos los tonos del gris. Y negro, cuando la luz se extinguía.

Y el Mal prefirió el negro por ser oscuro, y el rojo por la sangre de las criaturas.

Y Dios puso su dedo en cada corazón humano, bendijo sus manos, santificó sus rostros, ungió sus cabezas, besó sus pies, limpió sus ojos.
Y Dios sonreía porque estaba contento.
Y Dios se sintió bien aquella madrugada, cuando salió de su cama y decidió empapar con su aliento todo lo que había creado de la Nada.
Y la Nada dejó de ser Nada para ser Todo.
Y el vacío se llenó de vida porque Dios es la Vida.
Y alumbró todos los rincones del Universo,
dio luz a lo que quedaba de penumbra
y rescató las briznas de luminarias dispersas
para formar la Luna y el Sol y las Estrellas.

Y a Dios le gustó lo que había hecho.
Y vio Dios que todo era bueno.

Pero el Mal, escondido de la sonrisa de Dios, penetró en el Misterio de la obra de Dios. Y buscó un sitio en el Centro del Universo. Y en el corazón humano. Y el Mal se enfrentó al Misterio del Amor de Dios.

“Entonces Dios envió a su Hijo Jesús. Y le dio poder en el Cielo y en la Tierra para vencer el Mal.
Jesús fue la Palabra de Dios al mundo, la caricia de Dios a las gentes que están tristes, la mano que enjuga las lágrimas del mundo, la mirada limpia que cicatriza las heridas, la voz misericordiosa en las almas rotas, el ungüento sanador de los ojos inciertos, el aceite que lubrica las soledades eternas… Y la Palabra se hizo Carne y habitó entre nosotros”

Y el Mal asestó el golpe mortal sobre el cuerpo joven del Galileo. Y lo clavó en una cruz llena de pinchos, y le segó la vida a quien era la Vida.

Y Dios callaba aquella tarde de viernes santo.
Y Dios lloraba un llanto tibio y espaciado.
Y Dios oía el grito de su Hijo,
perdido entre millones de gritos de otros hijos, de todos sus hijos.

Y el Mal disfrutaba con su triunfo aparente. Danzaba una danza de la Muerte, visitaba los planetas y las galaxias lejanas llevando la mala noticia: “Entregando su espíritu, expiró”.

Y de nuevo el Sol se nubló, se rasgó el velo del Templo, lloraron todas las verónicas y se escondieron todos los discípulos. Y la primavera fue de nuevo invierno. Y la luz se volvió tiniebla, y el mar se encogió de pena y las cumbres de los montes se vistieron de luto, y una madre, en Almería, sacaba lo mejor que llevaba dentro y se enfrentaba a todas las rabias. Y creía que Gabriel estaba vivo, y que seguía cantando “Girasoles”… Girasoles amarillos, rojos, verdes y blancos. Girasoles de esperanza, girasoles de perdón, girasoles de Vida. De la Vida tierna arrebatada. Tan injustamente. Tan oscuramente. Tan innecesariamente.

Y aquella nueva madrugada,
entre luces y sombras,
Dios se levantó para siempre.
Y levantó a su Hijo único de la tumba.
como a un nuevo Gabriel de 8 años.
Y volvió a amar a sus hijos eternamente.

Aquella madrugada única
Dios venció para siempre
matando a la misma muerte,
sepultando todos los sin-sentidos,
alumbrando radiante las nubes grises,
bautizando con agua limpia los dolores enquistados,
bendiciendo lo que estaba maldito,
acompañando lo que estaba solo,
esperanzando lo que estaba roto,
misericordiando lo que estaba triste.

Aquella madrugada
con fecha y lugar precisos,
en el cuerpo aun caliente de su Hijo asesinado,
se oyó el gran grito de Dios.
Un grito estentóreo.
El grito de respuesta de Dios.
El único grito importante de la Historia.
Rompió la piedra del sepulcro,
glorificó la Humanidad de su Hijo,
y se prometió que nunca más
la Muerte triunfaría sobre la Vida.

Y vio Dios que todo era bueno.
Y siguió viendo Dios que todo seguía siendo bueno.

Aquella madrugada
con fecha y lugar precisos,
el Mal supo para siempre,
que la Vida es más fuerte que la Muerte,
que la Luz había vencido finalmente,
y que la primavera siempre apunta,
a pesar del largo invierno de la vida.

Y el Mal se sintió frágil y derrotado.

Y vio Dios que todo era bueno.
Y siguió viendo Dios que todo seguía siendo bueno.

Ajo, 31 de marzo de 2018
Pascua de Resurrección

1 COMENTARIO

  1. Dios es bueno, siempre bueno y nunca quiere el mal. ¡Qué gran verdad! Que nuestros corazones se llenen de la bondad de Dios en esta Pascua de 2018

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