Bonifacio Fernández, cmf
Catedrático emérito de Teología, ITVR
La muerte está escondida. Estaba. Se había convertido en un tabú. No se nombraba entre gente decente. Nos referíamos a ella con disimulo. El difunto se ha ido… Se nos ha marchado… ha emprendido un largo viaje… allí donde estés…ya no está con nosotros. La muerte era innombrable. Por supuesto no había que enseñar a los niños los rostros de los familiares difuntos. Se apartaban celosamente. Corrían el peligro de sufrir un trauma… no podía ser que se quedaran con la imagen del abuelito o abuelita muerta.
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