martes, 19 marzo, 2024

NÚMERO MONOGRÁFICO DE VR

Cubierta1-16Al concluir el «Año de la Vida Consagrada» llega el momento de sistematizar las opciones, tomar decisiones y escuchar atentamente este tiempo. En este primer número que la Revista Vida Religiosa dedica a analizar y proponer a partir de lo vivido, publicamos las reflexiones de L.A.Gonzalo Díez, Cardenal Braz de Avis, Monseñor Carballo y Bruno Secondin.

EL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA NOS HA LANZADO A LA BÚSQUEDA

Casi, por sorpresa, el papa Francisco anunció en el contexto de la 82 Asamblea de la Unión de Superiores Generales, en noviembre de 2013, que en el año 2015, celebraríamos el Año de la Vida Consagrada. Concluidos los actos, con el recuerdo vivo de tantos encuentros, deseos formulados, el conocimiento de infinidad de lugares donde la vida consagrada está siendo signo del milagro de Dios, llega el momento de la síntesis. ¿Qué ha quedado? ¿Qué ha supuesto? ¿A dónde nos lanza a los religiosos a partir de este año 2016 del siglo XXI?

Arrancan así una serie de cuadernos monográficos de Vida Religiosa que quieren ayudar a reparar en lo sustancial. Son muchos frentes abiertos los que tiene la vida y nada más entorpecedor que pretender ser luz añadiendo nuevos horizontes. Queremos recogerlos, sistematizarlos y ordenarlos para pasar del espejismo de estar ante una exhaustividad compleja a una síntesis evangélica que posibilite el nuevo horizonte que, sin duda, buscamos.

Tan ingenuo sería creer que con la celebración del «Año de la Vida Consagrada» se acabaron las dificultades de los religiosos, como afirmar que no ha servido para nada. Ha removido y lo ha hecho bien. Ha señalado los núcleos donde están los signos de vida. Ha invitado, con firmeza, a abandonar algunos estilos que, sin ser malos, no tienen nada que ver con quien se entrega, desde la totalidad, al seguimiento de Jesús. Desde nuestro punto de vista, no ha traído novedad, pero ha conseguido poner palabras nuevas a los valores que, desde siempre, pretendemos significar.

Siguen estando pendientes cuestiones de primera magnitud. En los congresos continentales se han señalado las características de cada lugar o región asumiendo que forman parte de la identidad de la consagración. Afirmarlas no es subrayar la diferencia sino resaltar el diálogo, comunión y universalidad como uno de los rasgos distintivos de este siglo que necesita romper las fronteras. No se ha ocultado la brecha entre las decisiones personales y las corporativas; de la verdad del yo soy o hago a la también veraz afirmación de nuestros documentos cuando afirman qué somos o qué nos proponemos. El camino sinodal de las congregaciones y órdenes, de larga historia, necesita también una relectura en nuestro presente. Necesitamos nuevas formas de gobierno y comprensión; nuevos estilos de persuasión y testimonio.

Ha salido, frecuentemente, –no podía ser de otro modo– la comunidad como ámbito de vida y misión. Como propuesta de sanación de Jesús de Nazaret para nuestras sociedades fragmentadas. Sigue siendo no solo valiosa, sino imprescindible. No se han ocultado las dificultades, pero también, –y es significativo– se ha conseguido apuntar pistas para recrear un espíritu comunitario para este tiempo. Se acoge la necesidad desde la interpelación real de las personas, para desde ahí formular de nuevo sin perder tensión evangélica, pero humanizando significativamente los dinamismos comunitarios.

No podía faltar la misión y su íntima vinculación con la fraternidad. No existe, para nosotros, la una sin la otra. Se implican y necesitan. Se iluminan y adquieren consistencia para no ser propuestas coyunturales de remedio y presentarse como procesos de reconstrucción en los cuales la humanidad encuentra posible y deseable su vuelta a Dios. Palabras como justicia, solidaridad e igualdad, adquieren en este siglo, para la vida consagrada, tintes evangélicos de primera magnitud. La vida religiosa no se conforma, no puede hacerlo, con la pregunta y respuesta sobre «cómo se encuentra», sino que necesita oír de su entorno su significado, su signo y su testimonio. Sigue experimentando una «punzada en el corazón» cuando recuerda aquello de hospital de campaña, salida a las periferias, ofrenda de inmuebles… y un largo etcétera de palabras signo de nuestro Papa, verdadero artífice de la reforma. Está en camino, sin detenerse, atenta y –creemos– dispuesta.

Los artículos de este monográfico1, nacidos en el contexto de la clausura de nuestro año, son muestra de ello. Creemos que ayudan porque, sin huir de las dificultades, se fijan en la esperanza.

  1. Aparecen en este primer Número Monográfico de Vida Religiosa de 2016, tres de las intervenciones más significativas en la Clausura del Año de la Vida Consagrada celebrada en Roma desde el 28 de enero hasta el 2 de febrero de 2016.

Información y venta: suscripciones@vidareligiosa.es

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