«El que tenga oídos…» (Editorial)
Benedicto XVI ya iluminaba nuestra historia antes de que diera forma a la decisión meditada de renunciar. El Papa teólogo y frágil del siglo XXI, que en cada una de sus intervenciones nos enseñó con esa mezcla original de las verdades más radicales envueltas en palabras débiles; el que supo intuir el Misterio escondido a lo humano gracias a un poso teológico impresionante… Aquella mañana de febrero y en latín, con las palabras justas, el Papa Benedicto, Joseph Ratzinger, nos tenía guardada la mejor perla de su teología: merece la pena la misión, la comunión y la vida de la Iglesia… y merece tanto la pena que las personas podemos renunciar, descansar y dejar que otros y otras hagan… Es, ni más ni menos, que tener conciencia de Iglesia y leer el tiempo como historia de salvación en la cual el protagonista es sólo el Espíritu.
Parece una lección sencilla, pero es original. Conforme pasan las horas entramos en normalidad y, consumida la renuncia por la acumulación de «sucedidos», podemos creer que ya está digerido, acabado, y punto y seguido, hasta otro acontecimiento que llene nuestro afán de estar informados. Nos hemos encontrado estos días con muchas personas, también entre los religiosos, que ávidas de información hablan y hablan de la renuncia del Papa. Personas que, a su vez, tienen poco tiempo, o parecen no tenerlo, para reposar el acontecimiento; leerlo en su contexto y, sobre todo, orarlo para que, como lección práctica, ilumine qué puede significar para nuestro tiempo. (Seguir leyendo… VR (marzo) 2013)