El nuevo beato fue y es un regalo del Espíritu a su Iglesia.
Con el tiempo su imagen se irá engrandeciendo; valoraremos mejor el valor de su presencia. Su figura sigue destellando luz e infundiendo confianza.
Card. Aquilino Bocos Merino
MISIONERO CLARETIANO
Este comentario está escrito desde la gratuidad y la gratitud. Mantuve una larga e intensa relación con el cardenal Pironio desde 1976 hasta su muerte (1998). En su persona pude admirar sus profundas raíces y sus extensas alas. Nutría y elevaba; ayudaba a soñar y a comprometerse. También para mí fue verdadero padre, hermano y amigo. Y, a la vez, maestro espiritual en el que se podían apreciar activos los siete dones del Espíritu Santo. Aprecié y sigo admirando mucho su sabiduría, su consejo, su fortaleza y su piedad. No en vano se consideraba como amaestrado por el Espíritu y por María. Por eso se convirtió en faro luminoso y guía valiente para atravesar las cañadas oscuras del fin de siglo y anunciar la aurora de una vida nueva para el tercer milenio.
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