NO SE MUERE… SE VA

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Cuando parece que todas las noticias están previstas, negociadas y casi impresas antes de salir, llega un Papa y nos sorprende. Nos sorprende por lo novedoso y poco habitual que alguien que se sienta en un cargo con posibilidad de mantenerse de por vida decida abandonar, retirarse para orar y estudiar. No abandona porque haya encontrado otro “puesto” mejor o porque le necesiten en otro sitio o vaya a ocupar otro papel más “importante”… sino porque en pleno uso de sus facultades se ve sin fuerzas para ejercer el ministerio petrino en la Iglesia. Casi nada.

Desde luego todo indica que estamos ante una persona querida y escuchada por Dios.   Y es que sólo las personas que viven su ministerio cerca de Dios pueden sorprendernos. Los que escuchan, piden luz; los que no confían sólo en sus fuerzas, sólo ellos son los habitados por el misterio; los que viven referidos a un Alguien, a Otro, que reconocemos como Dios, y es Él el que realmente configura y da forma a nuestra vida, a nuestras decisiones y nuestras opciones.

Benedicto XVI se va. Cargado de dignidad y humildad. El golpe de efecto de esta renuncia valida un pontificado nada fácil. El hombre se reconoce como eso, solo hombre, y sabe a Dios como el único y verdadero hacedor de todas las cosas.

Sin embargo, las noticias además de saberlas y reconocerlas pueden ayudarnos a confrontarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno. No faltará, desde dentro de la Iglesia, quien eche balones fuera y diga que deberían aprender también los políticos y monarcas, los banqueros y poderosos… pero ¿y a qué esta noticia? ¿Por donde la tomamos? ¿Nos servirá para cuestionarnos algo o alguien? ¿Me estará diciendo algo a mí?

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