«La reestructuración es para toda la Iglesia, no sólo para la vida religiosa…»
Josep Mª Abella, cmf
Superior General de los Misioneros Claretianos
Es uno de los superiores generales que asistirá al próximo Sínodo sobre la Nueva Evangelización. ¿Con qué espíritu afronta este acontecimiento?
Un Sínodo es siempre un momento significativo de corresponsabilidad eclesial. Es una ocasión privilegiada para expresar la comunión en la diversidad. Es el tercer Sínodo en el que voy a participar y ésta ha sido mi experiencia en las dos ocasiones anteriores. Uno se da cuenta de la diversidad de experiencias y de planteamientos pastorales que existen en la Iglesia. Crece la conciencia de que solamente respetando esta diversidad se puede llegar a la verdadera comunión. Se nota, a veces, que a algunos les cuesta entender este principio fundamental. El Sínodo requiere capacidad de escucha y audacia para acoger las propuestas que llegan desde experiencias tan diversas. Cuesta afrontar ciertos temas por el miedo a tener que cambiar o por la falta de conciencia sobre la situación real de la Iglesia. Ésta hoy está experimentando una transformación notable en su geografía humana y debe afrontar los nuevos desafíos que surgen de las diversas situaciones culturales y sociales de nuestro mundo. El tema de este Sínodo es la “Nueva Evangelización”. Sin una gran apertura a las preocupaciones de la gente no será posible afrontar este tema de un modo relevante. Espero que sepamos entender bien este aspecto fundamental.
¿Qué opinión le merece el Instrumentun Laboris del Sínodo?
Se trata de un ‘documento de trabajo’ que pretende recoger las aportaciones llegadas de las distintas Iglesias locales y de otras organizaciones eclesiales, entre ellas nuestra Unión de Superiores Generales (USG). Por lo tanto es natural que haya una cierta dispersión. De todos modos, creo que plantea algunas cuestiones fundamentales. Indico algunas, pero hay muchas más. Considero acertado partir de la experiencia del encuentro con Jesús y el tratar de fijarse, ante todo, en su estilo evangelizador. La Nueva Evangelización es, ante todo, un proceso de conversión al Evangelio, que ha de ser el único inspirador de la vida y actividad de la Iglesia. Aflora en él la conciencia de las transformaciones sociales y culturales en el mundo de hoy, aunque no hay un análisis suficientemente profundo del impacto de dichas transformaciones en la vida y actividad de la misma Iglesia. Creo que es importante el acento que se da a la dimensión del testimonio que es el que, en último término, hace creíble el anuncio. La Nueva Evangelización debe hablar, sobre todo, el lenguaje de la caridad. Se habla de la corresponsabilidad de todos en la misión de la Iglesia; cabrá esperar que se busquen estructuras adecuadas que permitan a todos un verdadero ejercicio de esta corresponsabilidad. A pesar de la importancia que se da a la dimensión experiencial, se nota todavía una insistencia muy fuerte en el tema doctrinal. Hemos enseñado mucho catecismo, pero no hemos sido muy hábiles en acompañar a las personas a una profunda experiencia de Dios y de encuentro con Jesús. Finalmente me parece que deberemos trabajar para que aparezca con mayor claridad que la colaboración con otras personas y grupos que, inspirados por otras Tradiciones religiosas o por sistemas de pensamiento humanistas, se esfuerzan por acercar nuestro mundo al ideal de justicia y fraternidad que descubrimos en el proyecto del Reino, forma también parte de la evangelización.
No parece que ofrezca mucha novedad ni reconocimiento de lo que está ofreciendo la vida religiosa apostólica…
La creatividad es uno de los grandes desafíos de la misión hoy. En el documento de trabajo se mencionan algunas experiencias y se alaban los intentos de las iglesias particulares para encontrar nuevos caminos de proclamación del Evangelio, pero éste es un punto que surgirá con mayor fuerza en el diálogo sinodal, tanto en los testimonios de los sinodales como en las discusiones de los grupos. En el mismo Sínodo deberemos hacer un esfuerzo de creatividad, que exige siempre una gran libertad evangélica y un fuerte sentido de comunión.
Creo que en el documento de trabajo se refleja una visión de la vida religiosa demasiado funcional. Nosotros deberemos insistir más en el ser. Sabemos que la vida consagrada, cuando es vivida con radicalidad, es un anuncio poderoso del Reino de Dios. En el binomio ‘ser-hacer’ de la vida consagrada, el ser determina el hacer y el cómo se hace lo que se hace. A partir de ahí buscamos los caminos más adecuados para expresar nuestros carismas hoy. No cabe duda que las órdenes y congregaciones religiosas han sido, a lo largo de la historia de la Iglesia, grandes protagonistas de la evangelización. Desde esta experiencia podremos compartir los logros y los fracasos, y todo ello nos ayudará a definir mejor las características que debe tener la “nueva” evangelización. ( Entrevista completa en VIDA RELIGIOSA, Octubre 2012)