MIRADA CON LUPA

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Fray-Jesús-Díaz-Sariego-02web«la verdad hoy está solapada por la noticia. El desafío es la superficialidad»

Jesús Díaz Sariego es, desde el pasado 3 de enero, el Superior Provincial de la Provincia de Hispania de los Dominicos. Nueva misión y nuevo contexto que nace de la unión de las provincias de Aragón, Bética y España. Una reestructuración similar a la que han vivido y vivirán otras órdenes y congregaciones y, como todas ellas, tiene ante sí el reto de no reeditar lo conocido, sino inaugurar una respuesta nueva, adecuada y necesaria para este tiempo. Desde Caleruega (Burgos) donde se celebró el I Capítulo de la nueva provincia responde a nuestras inquietudes que –creemos– son las de buena parte de la vida religiosa de este tiempo.

¿Cómo ha sido este proceso de unificación de provincias? ¿Cuáles fueron las motivaciones? ¿Qué se pretende o qué expectativas tienen?

Lo primero que hay que indicar es que ha sido un proceso que ha llevado su tiempo. Tiempo dedicado a conectar con todos los frailes, escucharles, considerar pros y contras, saber de recelos y de esperanzas, de entender que es una retirada organizada o pensar que puede ser un renacer en nuestra vida y misión; proceso para tomar conciencia de lo que somos y podemos ser y el poder que nos da unirnos en una provincia. ¡Cuántas consultas! ¡Cuántas reuniones! ¡Cuántos encuentros para conocerse los que pertenecían a provincias distintas! En dos niveles, en el de la base y en el de los órganos de gobierno de las provincias. No se partía de cero. Ya se estaban realizando bastantes proyectos en común. Los jóvenes de las tres provincias ya se habían formado en común, se conocían bien. Y el proceso no termina con lo institucional: solo existe una provincia, pero continuará el cambio interior de cada fraile para sentirse miembro de una entidad dominicana nueva.

¿Expectativas? No se puede obviar que partimos de la fragilidad de las provincias a causa de no disponer de frailes suficientes para nuestras instituciones y presencias actuales y no digamos para acometer nuevos proyectos. Pero, a la vez, era necesario confiar en que podíamos ser mejor de lo que somos como dominicos, y ofrecer mejor nuestro saber, nuestras capacidades si juntábamos esfuerzos, simplificábamos órganos de administración, interrelacionábamos energías… Y, a la vez, esto podría implicar un impulso nuevo que venciera la tentación de dejarnos derrotar por las situaciones adversas interiores y exteriores. Todos necesitamos renacer cada día. Los jóvenes eran los más entusiastas, porque son más atrevidos, creativos y esperanzados. Y no se podían amputar esas actitudes, sino incorporarlas con la prudencia propia de los “experimentados”. Y eso esperamos: sin volteos de campanas, revisar nuestras fuerzas, las razones para la esperanza, los motivos para la entrega, el gozo de ser dominicos en medio del mundo al que “predicamos”. Y superar así la que podía ser vertiginosa desilusión que se percibe cuando pierdes fuerzas, significancia y la vida real pasa a tu lado y quedas al margen del camino, viéndote inoperante: no estás ni te esperan en el discurrir de la sociedad. ¡Y teniendo tanto que decir, que proclamar, que predicar, que ofrecer! La unión se hace desde la espiritualidad del volver a nacer a la que invitaba Jesús a Nicodemo; desde la fidelidad de ser fiel en lo poco que podemos ofrecer. Para que con los pocos panes y peces, que cada uno tiene, al ponerlos en común saciemos tantas hambres de nuestra sociedad. ¿Hasta dónde llegaremos? No buscamos éxitos seguros, sino fidelidad a la gracia que se nos ha otorgado para “predicar” el Evangelio de maneras distintas. Ya sabemos que no nos toca el crecimiento ni la recogida de frutos. Las expectativas son las que dimanan de la fe y la esperanza de quien actúa por amor.

Usted ha sido designado por el Maestro General para guiar este proceso ¿Qué supone esto?

Un servicio a los frailes, desde el cariño hacia ellos, con el deseo de animarles a que sean fieles al “amor primero”, expresado en su profesión religiosa, para que sigan viviendo con ilusión, sentido y esperanza… y puedan transmitir este gozo a los demás. Una confianza en el equipo de hermanos que han sido elegidos para ayudarme en las labores de gobierno y, entre todos, cumplir con nuestra misión de predicadores en estos momentos que nos toca vivir.

Supone también, cómo no, apoyarme siempre en Dios, sabiendo que este servicio para el que he sido elegido excede mis propias fuerzas, ya que el que “da el crecimiento” es Él.

Nace una provincia, sin duda, compleja. Presente en distintos lugares del mundo, con obras apostólicas diversas… ¿A dónde nos tiene qué llevar la revitalización o reestructuración?

A reanimar la vida y misión de los frailes; a racionalizar presencias e instituciones, a un mejor aprovechamiento de nuestras fuerzas de acuerdo con las prioridades que el capítulo de la provincia Hispania vaya marcando. Supondrá también una colaboración mayor entre frailes de los diversos vicariatos extendidos por América Latina continental e insular y con Guinea.

¿Ha pesado mucho la historia de cada provincia?

Pesa como tradición de referencia para iluminar y motivar lo que unidos se puede hacer. La historia muestra cómo de una provincia original, la de España en el 1219, viviendo todavía santo Domingo, y que abarcaba la España cristiana, fueron formándose la de Aragón al inicio del siglo XIV, y la de Andalucía en el siglo XVI. Después de la desamortización, que dejó a las provincias sin conventos, frailes de las tres provincias iniciaron la presencia de la Orden en España. Primero se restauró una única provincia y posteriormente fueron surgiendo las otras dos. Caminaron por separado, pero con relaciones de colaboración que se habían acentuado en los últimos tiempos. El afecto a cada provincia de la que cada fraile era hijo (los frailes están “afiliados” a la provincia) se ha de mantener. Un afecto de madre que tiene más hijos, todos hermanos, por tanto.

¿Sobran estructuras o faltan personas?

Las estructuras están en función de las personas. Faltan frailes para las estructuras que mantenemos. Pero en las estructuras algunas funciones pueden desarrollarlas laicos. Se está comprometiendo a los laicos, que participan de nuestro carisma, en el funcionamiento de estructuras. Quizás se está haciendo por necesidad lo que teníamos que haber hecho por virtud. (Seguir leyendo en VR, Febrero[2016]).