MIRADA CON LUPA

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Fernando Sebastián: «La reestructuración necesita visión de conjunto y participación de todas las formas de vida»

El claretiano Fernando Sebastián encarna, quizá, la mejor síntesis del trayecto posconcialiar de la vida religiosa. Misionero, teólogo, rector de la Universidad Pontificia de Salamanca, Obispo secretario general del episcopado, Arzobispo de Pamplona y ahora, emérito. Un título que podría significar descanso y, en realidad, en la vida de Sebastián se manifiesta en una dedicación infatigable a la misión. Publicaciones, conferencias, ejercicios… describen el día a día, de este obispo que mantiene la mirada en el cielo, los pies en la tierra del siglo XXI, el corazón caliente y la mente bien lúcida a los 84 años.

El Papa Francisco está suponiendo un motivo de esperanza en la vida de la Iglesia. ¿Qué valoración hace de estos meses de pontificado?

Es verdad que el Papa Francisco ha despertado un movimiento de esperanza en la Iglesia. Su estilo de vida, algunas de sus decisiones y sobre todo sus enseñanzas y su forma de conducirse con la gente le han ganado la simpatía y el afecto de muchos, incluso de quienes no estaban en buena relación con la Iglesia. Con rasgos diferentes hemos vivido algo semejante a lo que ocurrió con la elección de Juan XXIII, el Papa bueno, que se hizo querer de todos.

También es verdad que algunas personas alejadas de la Iglesia y ciertos medios de comunicación tratan de dar una imagen del Papa Francisco que no es objetiva. Hablan como si el Papa fuese a cambiar la moral cristiana para darles la razón a quienes pretenden que la Iglesia se someta a los dogmas del laicismo en cuestiones como el uso de anticonceptivos, la indisolubilidad del matrimonio o las parejas homosexuales. Esta es una operación en la que los católicos no debemos entrar. Sería un mal servicio al Papa, a la Iglesia y a los mismos afectados. El magisterio de la Iglesia sobre la moral natural y la moral cristiana hace mucho bien al mundo entero manteniéndose en su fidelidad y claridad. Con amor, con misericordia, pero sin falsear la verdad de Dios.

Considero que todavía es un poco pronto para valorar el pontificado del Papa Francisco. Es normal que el Papa necesite unos meses para situarse, informarse bien de las necesidades más urgentes de la Iglesia y del mundo en los diferentes continentes y naciones, hacer las consultas que crea necesarias y tomar las decisiones pertinentes.

El Papa tiene tras él un deseo generalizado de renovación espiritual, una llamada apremiante a la evangelización de las áreas descristianizadas, y yo pienso que él está decidido a responder seriamente y eficazmente a estos deseos del Pueblo de Dios, que son también llamadas y mociones del Espíritu Santo.

Tras cincuenta años del Concilio Vaticano II, ¿en qué momento estamos?

En estos cincuenta años de posconcilio hemos vivido muchas cosas. Los primeros años del posconcilio, en España, fueron especialmente agitados y hasta turbulentos. Por razones muy propias de nuestro país, en España el Concilio fue recibido de manera bastante problemática, dentro de la Iglesia hubo duras resistencias junto con interpretaciones desmesuradas que querían ver en el Concilio lo que el Concilio no decía. Hubo también una recepción del Concilio muy politizada que complicó bastante las cosas. Ahora, después del pontificado de Juan Pablo II y de Benedicto XVI está el clima bastante más sosegado y quizá sea ésta la hora de intentar una recepción del Concilio en profundidad, como no se pudo hacer en los años anteriores. Benedicto XVI, con la promulgación del Año de la Fe, nos invitó a acoger y vivir el Concilio como una fuerte invitación a la renovación espiritual para poner a la Iglesia en condiciones de evangelizar nuestro mundo y el mundo del futuro inmediato. Quizás esta recepción espiritual y misionera del Concilio sea la misión propia del pontificado del Papa Francisco.

Seguir leyendo en Vr vol.115/10 (Diciembre 2013)