MIRADA CON LUPA

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PRESENCIAS DE LA VIDA RELIGIOSA PARA EL SIGLO XXI

Victoria Abuín, misionera en Gjirokastër (Albania)
«Vivir donde uno es el diferente me hace valorar más el don de la fe»

Un día en Gjiokastër…
Es complejo responder. No hay dos días iguales. Todas las actividades en Gjirokastër implican a todas las hermanas de comunidad, aunque con “juventud acumulada” tienen energía, voluntad y esperanza sorprendentes. Sor Mª Antonietta -una joven italiana de 84 años- lleva adelante el curso de “Corte y Confección” tres días a la semana, el resto del tiempo está en la cocina y llevando la catequesis de adultos. Mª Antonietta, aprovechando el curso de Corte (al cual asisten mujeres sobre todo musulmanas) “les abre el apetito” a la vida del espíritu y les da formación religiosa –siempre de forma amplia, incluso conoce el Corán para poder comparar o poder responder a las preguntas que le hacen… – pero la Palabra de Dios siempre está presente. Les anima a pensar por sí mismas, a ver qué es lo que quieren en la vida… en este ambiente totalmente machista.
La comunidad se levanta temprano para la oración personal y el rezo de laudes, a la cual unimos diariamente la lectura de la Palabra de Dios y la Comunión ya que no contamos con la presencia de un sacerdote. El más cercano está a 120 km… Después del desayuno Sor Puri abre las puertas a las 7:20, para que entren “los primeros del cole” con un ansia loca de jugar al balón.
A las 8:00 empezamos la jornada escolar hasta las 14:00. Sor Matilde, directora de la Escuela Materna y la profe de italiano, es también la representante de la Titularidad. Aunque, si por la dificultad del idioma, no podemos dar clase, estamos siempre presentes, cuidamos la formación del profesorado y la pastoral.
En el Centro, según la ley, no se puede tener ningún tipo de manifestación religiosa, que en Albania sólo está permitida como culto. Por lo que nuestro trabajo pastoral está muy centrado en valores humanos, que en un ambiente como el nuestro es fundamental. Sin embargo, tenemos que admitir, que en nuestra programación se contempla la Navidad, nuestra Fiesta de Cristo Rey y el día de San José – junto a la fiesta de M. Teresa de Calcuta que es “la santa nacional” -. Hasta la fecha nadie se ha manifestado en contra, es más, yo diría que les gusta y disfrutan con todo.
Los viernes Sor Puri tiene la catequesis de Primera Comunión y los sábados con la colaboración de la Hna Teresa Mª la formación de los niños y jóvenes.
Por las tardes tenemos cursos de lengua italiana y española que nos posibilitan el contacto con jóvenes y adultos de la ciudad, y la catequesis con algunos catecúmenos.
Los domingos a las 10:30, si tenemos la fortuna de contar con un sacerdote, celebramos la Eucaristía con la Comunidad Cristiana, sino tenemos la Celebración de la Palabra.

Cómo experimenta la presencia en minoría…
El hecho de vivir en un ambiente en donde uno es “el diferente”, me hace valorar más el don de la fe, me hace consciente de mi opción por Jesucristo en el bautismo, porque aquí no se trata de vivir en contraste por el hecho de “ser religiosa” (que también) sino por creer en Jesús de Nazaret. Me ayuda a confirmarme en mi opción y a sentirme responsable del testimonio de Iglesia, ya que somos la única presencia católica en la ciudad y en el entorno.
Este testimonio coherente y gozoso de vida, que nace de la fe y el amor a Jesucristo Rey es nuestra principal misión. Es nuestro modo de vivir, de ser y estar en medio de nuestro pueblo lo que atrae y cuestiona… ¿Por qué estas mujeres que podrían vivir en sus países con su familia, su cultura y todas las comodidades están aquí con nosotros y además… ¡son felices!? Nosotras tenemos la posibilidad de dar respuestas existenciales a la luz del Espíritu y de la Palabra de Jesús porque se nos plantean las preguntas… Quizá en Europa estamos dando respuestas donde no se ha planteado la pregunta… porque no hay sed…
Yo, desde que he llegado a Gjirokastër siempre digo que si en algún sitio he tenido experiencia de la fuerza y la presencia del Espíritu es aquí.

¿Lo que su comunidad vive puede ser un indicador de cómo serán las presencias en Europa?
Ciertamente en Europa, sin mucho tardar, nuestra presencia también será en minoría y nos ayudará a reorientar y revitalizar nuestro modo de “ser” y “estar”, a tomar conciencia de cuál es nuestro “papel” en el mundo, qué significa ser cristiano y ser religioso a la luz del Espíritu. Se nos pide ser testigos, referentes, indicadores… de algo que el mundo no puede dar. Jesús es el único capaz de mantener viva la esperanza y esto es lo que tenemos que expresar, no sólo con la palabra sino con la vida: el lenguaje que todo el mundo entiende.

En una ciudad de 40.000 habitantes, una comunidad cristiana que no llega al centenar. ¿Cómo les lee y  entiende el contexto?
No es fácil ser cristiano en Albania y concretamente en Gjirokastër… El ambiente cultural, social y familiar no lo favorece. La historia de este pueblo en los últimos siglos con la invasión turca y la historia reciente de una dictadura atea donde se les cerraron no sólo las puertas al mundo exterior sino también a la posibilidad de pensar por sí mismos, de manifestar o vivir cualquier tipo de fe, de saberse controlados en todo momento por un régimen espía que castigaba duramente a los que se salían mínimamente de las normas de su único dios, que era además padre y madre “Enver Hoxha”, les ha convertido, no sólo en el país más pobre y atrasado de Europa, sino también –y lo que es peor- es un pueblo desconfiado, ávido de progreso a cualquier precio… Quizá pueda parecer una descripción terrible y negativa de esta realidad, pero es una verdad latente en el fondo de una mentalidad y de un modo de ser y hacer que condiciona mucho… No queriendo ser injusta, tengo que añadir que, en cierto modo, es normal y comprensible este deseo feroz por salir de una situación que les ha mantenido, durante mucho tiempo, al margen de un mundo en expansión y progreso. Forman parte de Europa y, al mismo tiempo, están fuera de todo lo que esto significa… ¿Por qué este país tiene que ser siempre el último?
Añado que… en la experiencia de convivencia diaria, me encuentro con personas de una generosidad impresionante, personas con deseo de vivir en un ambiente sano, donde exista la justicia y una perspectiva de futuro para las jóvenes… Ellos son los primeros que se desalientan cuando la vida diaria se convierte en “supervivencia”…
Sí, es difícil que nuestros cristianos puedan vivir los valores evangélicos en medio de este contexto social y cultural. Jesús habla de amor al prójimo… ¡y al enemigo!, habla de perdón, de dar la vida, de hacer el bien y no mirar a quién, de que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda, de orar en el silencio, de compartir… de justicia, de confianza, de paz… ¿Cómo hacer vida esto aquí…? Si ya en nuestra sociedad de raíces cristianas es difícil… Pero, lo más maravilloso es que Jesús cuando llega al corazón de esta gente prende… y lo hace con fuerza, porque entienden la riqueza de su mensaje, están sedientos de su Palabra que abre horizontes de esperanza… De hecho la comunidad cristiana va creciendo, poco a poco… es la levadura en la masa, el grano de mostaza…

Supongo que la minoridad y la lengua… son elementos que afectan su soledad… ¿Cómo afronta este reto?
No me siento sola en Albania… ¡Todo lo contrario! Porque la misión con esta gente es una riqueza… La cercanía, la acogida, el calor humano… es impresionante aún si no te puedes comunicar en su lengua. Pero… ¡no perdamos de vista la realidad! El no saber el idioma limita mucho en la labor educativa… Para poder entrar en el mundo de los niños y de los jóvenes se necesita entenderlos dentro de sus contextos, porque si no, te limitas a los espacios que ellos te quieran abrir, pero no a todo su mundo de relaciones y problemas. Esto sí que hace sufrir, pero es un acicate para no dejar de estudiar y poner todo el empeño por entrar en la lengua. No puedo perder la esperanza, la misión lo necesita.
Es cierto que se vive otro tipo de “soledad” esa que va implícita en nuestra respuesta al Señor… y que va más allá del lugar en donde nos encontremos… En Albania, inserta en esta misión, en medio de esta gente, en la convivencia con mi comunidad, encuentro un fuerte apoyo… El ritmo de vida, la simplicidad, el ambiente austero… favorecen y ayudan a vivir lo esencial y a estar más cerca del Señor. Cierto que las dificultades no faltan, los momentos de decaimiento… pero también ayudan los medios de comunicación…¡skype!, y, por supuesto, las hermanas que están a mi lado. En pocas palabras, cuando puede parecer que te trasladan a un lugar lejano, en cierta manera hostil (por cultura, por diversidad religiosa…), donde la lengua es un “galimatías”… resulta todo lo contrario porque te ayuda a vivir desde lo fundamental, desde lo esencial a todos los niveles… te haces menos exigente, aprendes a reírte de tantas cosas y prescindir de tantas otras… y hasta tu propia “soledad” viene redimensionada.

Desde su experiencia en Albania. ¿Cree que la vida religiosa está donde tiene que estar?
Desde que he llegado a Gjirokastër mi vida como religiosa se ha visto, no sólo enriquecida, sino “resituada”. Todo se simplifica. La vida de comunidad es una vida de familia, las relaciones son más cercanas, se comparte todo de modo natural, porque estamos todas implicadas en la misión. No existe un trabajo tan determinado y específico que te cierre, sino que es un continuo estar a disposición de lo que haga falta, de lo que surge… Tenemos el colegio como plataforma evangelizadora, pero la misión es más amplia… Es la gente que entra y sale, que busca un consejo, que encuentra en nosotras una cara amable, una palabra de consuelo… Son las catequesis y la formación espiritual de nuestros cristianos… Es la formación de la mujer y los cursos de corte y confección… Es el tener la puerta siempre abierta, la casa a disposición, el patio para quien quiera jugar… No sé… no es que la vida religiosa no esté “donde” tiene que estar, es el “cómo” estamos… Yo soy privilegiada, porque el ambiente me ha ayudado… Hoy, más que nunca, me siento feliz como religiosa, el Señor me lo ha regalado.

Está claro que valora la vida en comunidad…
Para mí la comunidad es central en este ambiente… sin ella sería imposible. Yo le doy tantas gracias al Señor por mis hermanas, por cada una… Pensad que todas están al 100% metidas en la misión con sus 84, 81, 75, 72… Son un don de Dios. Es fundamental, en la Vida Religiosa, que los hermanos se quieran, se sostengan, se confronten, se diviertan… y oren en profundidad compartiendo la fe y la experiencia personal con el Señor que nos llama y nos convoca… Pues, si esto es así… ¡cuánto más si en muchísimos kilómetros alrededor no cuentas con otra presencia religiosa…! Tenemos que construir verdaderas comunidades en misión, que no se miren a sí mismas, sino que todas miren en un único sentido, el Señor que está en el centro, porque siendo así, nuestras miradas se entrecruzarán y podré verme en el ojo del hermano y el hermano se verá en mi ojo… Y, conociéndonos, podremos caminar como comunidad al servicio del Reino.

Una pregunta inocente, para concluir… ¿La vida religiosa tiene futuro?
¡Por supuesto que sí! Sólo tenemos que dejar de mirarnos a nosotros mismos, ver dónde el mundo necesita ser curado, escuchar las verdaderas preguntas que necesitan ser contestadas y compartir la vida de la gente, dando testimonio sincero y veraz, de ser personas que han encontrado el verdadero tesoro… No podemos fingir alegría, no podemos fingir tener respuestas para todo, no podemos fingir… ¿Somos felices? ¡Demostrémoslo! ¿Tenemos fe? ¡Compartámosla! ¿Somos gente de esperanza? ¡Contagiémosla! ¿Creemos en la fuerza del amor? ¡Demos la vida por él! ¿Nos equivocamos? ¡Pidamos perdón! No importa que no seamos perfectos, no importa que tengamos problemas… lo importante es cómo los afrontamos… porque de nada valen las palabras si nuestra vida no es coherente. ¡Vivamos Nuestro estilo de vida es el de Jesús de Nazaret… ¿Nos sabrán reconocer los que viven a nuestro lado?