Considera, Iglesia de Cristo, la tradición que has recibido, y que procede del Señor: “Que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía»”.
Recuerda que, en aquella hora, Jesús “se pone a lavar los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido”. Después les dijo: “Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”.
Considera las dos formas del único mandato: “Haced esto en memoria mía”. “También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”. No habrá para ti memoria de Cristo en la Eucaristía si no hay imitación de Cristo en el servicio a los hermanos.
El servicio es tu forma concreta de imitar la entrega del Señor, ¡hasta dar la vida por los hermanos! Y el cuerpo entregado de Cristo es la medida que la fe establece para la generosidad de tu servicio.
Que nadie separe lo que el Señor ha unido: la memoria de su entrega y la imitación de su ejemplo.
Feliz encuentro con Cristo Jesús.
Feliz Pascua, hermanos míos muy queridos.