Carta de Ángel F. Artime, RECTOR MAYOR DE LOS SALESIANOS
Dirigida a los Provinciales de las Inspectorías de Europa: “estén disponibles para acoger en nuestras obras las familias de migrantes; en particular prestemos atención a los menores no acompañados y a los jóvenes”.
Mis queridos hermanos Inspectores:
Reciban mi cordial y afectuoso saludo desde Argentina, donde hemos tenido una maravillosa celebración del Bicentenario del nacimiento de Don Bosco, con más de siete mil jóvenes durante tres días.
El domingo, mi Vicario, Don Francesco Cereda, me informó en la noche acerca de lo que había dicho el Papa Francisco, en relación a los inmigrantes, y su llamada a la fraternidad, solidaridad y acogida. Hemos dialogado y creo que es momento oportuno para ofrecer, por parte nuestra, aquello que se pueda.
Ciertamente estamos viviendo desde hace tiempo, y en estos días de forma más dramática, la enorme tragedia de los refugiados y de los inmigrantes que a miles huyen de sus países debido a la guerra, las destrucciones, el hambre, las persecuciones y desembarcan en Europa, exponiéndose a graves peligros al atravesar el y por el chantaje de los contrabandistas.
Vienen con la esperanza de poder encontrar paz y serenidad, de comenzar una nueva vida, de encontrar vivienda y empleo; y muchas veces no encuentran condiciones de acogida, sino incluso de rechazo. De frente a tanta tragedia no podemos permanecer indiferentes a tantas necesidades.
El Papa Francesco en el Ángelus ha lanzado un fuerte llamado, dirigiéndose a Europa: «Ante la tragedia de decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra y el hambre, y están en camino a una esperanza de vida, el Evangelio nos llama a ser «cercanos» a los más pequeños y abandonados. A darles una esperanza concreta. No es simplemente decir: ‘¡Coraje, paciencia…!’. La esperanza – dijo el Papa – es combativa, con la tenacidad de los que van hacia un destino seguro. Por lo tanto, en la proximidad del Jubileo de la Misericordia, hago un llamado a las parroquias, las comunidades religiosas, los monasterios y los santuarios en toda Europa para expresar lo concreto del Evangelio y acoger a una familia de refugiados. Un gesto concreto en preparación del Año Santo de la Misericordia. Cada parroquia – reiteró el Papa – cada comunidad religiosa, cada monasterio, cada santuario de Europa hospede una familia, comenzando por mi diócesis de Roma. Me dirijo a mis hermanos obispos de Europa, verdaderos pastores, para que sus diócesis apoyen este llamado que hago, recordando que Misericordia es el segundo nombre del amor: ‘Todo lo que han hecho por uno de estos mis hermanos más pequeños, lo han hecho por mí’ (Mt 25,40)».
También yo me dirijo a ustedes Inspectores, para pediros con carácter de urgencia que veáis, quizá con vuestros consejos, qué es lo que puede hacer cada Inspectoría y qué se le puede pedir a cada comunidad y parroquia, para que estén disponibles para acoger en nuestras obras las familias de migrantes; en particular prestemos atención a los menores no acompañados y a ls jóvenes. Alojemos al menos una sola familia, cuatro o cinco personas; con un poco de todos, haremos mucho, también en colaboración con las iglesias locales y el territorio.
Don Bosco, de quien hemos apenas terminado el Bicentenario de su nacimiento, nos enseña lo concreto de las respuestas. Esto nos lo ha recordado el Papa Francisco en la visita a Valdocco del pasado 21 de junio: «Les agradezco por su respuesta concreta a las cosas… El salesiano es concreto, ve el problema, lo piensa y lo toma en sus mano».
En nombre de la caridad y fraternidad evangélica, como llamada del Señor y grito que ha hecho el Papa Francisco, os agradezco que con generosidad movilicen todos los recursos posibles en favor de quienes con urgencia nos necesitan. También les agradeceré que me hagan saber qué es lo que se ha ido determinando en cada Inspectoría, cuando se llegue a realizaciones concretas y rápidas.