El evangelio de este domingo, comienzo según san Lucas, nos habla de alguien que se dispone a narrar una historia grande, compleja y a la vez, tierna y sencilla… para dar a “conocer la solidez de lo acontecido”. Al leer este pasaje de la Palabra, me veo un poco “evangelista”, como Lucas, que se dispone a narrar el tránsito de Jesús por la vida, a rememorar, recordar y revivir.
Y Jesús, que trasciende la historia y la plenifica, no sólo pasó sino que pasa también por mi vida. Hago silencio, recuerdo y siempre percibo su presencia, unas veces de forma confusa, otras de forma vaga, enmarañada otras, sin embargo, con nitidez, con fuerza, con pasión, dando libertad y vida. Y recuerdo personas y acontecimientos que me hicieron “darme cuenta” de que era Él, el Dios de la vida, el que estaba atravesando mi parcela, y lo mejor de todo es que, todavía hoy, pasa.
Me gustaría invitaros a hacer este ejercicio coger boli y papel y manos a la obra escribir nuestro “particular evangelio según…” que narre, no otra cosa, que el protagonismo de Jesús en nuestra vida. No sólo mis batallitas biográficas, mis desdichas, aventuras y miedos. Sino sobre todo cómo Jesús se ha hecho vida en mí. Será un relato con un Jesús a veces “milagrero”, otras veces “andará sobre las aguas”, otras “curará” y otras simplemente estará. Y esa historia, tu historia forma parte de otra, más común, más global, si quieres, y más anónima. Que se une, se funde y se injerta con la de todos los seguidores de Jesús, que han leído su vida en clave de salvación y entrega, donación y paso.